La Universidad del País Vasco acaba de elaborar un estudio que demuestra que el sesenta por ciento de los ciudadanos vascos considera «desaconsejable, perjudicial y antidemorática» la ilegalización de Batasuna "auspiciada por la Ley de Partidos" e idéntico porcentaje manifiesta una oposición frontal a ETA y sus métodos, postura que se da incluso entre militantes de la coalición abertzale, entre quienes por primera vez en veinte años desaparece la justificación de la violencia con fines políticos.

Una buena noticia que demuestra que algo está cambiando en Euskal Herria, una región donde sigue creciendo el sentimiento nacionalista y cierta sensación de «discriminación» con respecto al Gobierno central. A los vascos les preocupa en primer lugar el paro, y después el terrorismo y la violencia. Una percepción que no coincide con la idea que en el resto de España se tiene de ese rincón del norte. Pareciera, desde fuera, que el vasco vive atemorizado por el terrorismo y, aunque la mayoría de ellos sigue pensando que existe falta de libertades en algunos municipios, la principal inquietud sigue siendo económica.

De forma que las medidas políticas que se van a promover con la esperanza de reducir el apoyo social al entorno etarra resultarían innecesarias, porque al parecer la población, por sí sola "y especialmente después de la última tregua", ha decidido pasar página y situarse al lado de los demócratas, aunque sea con la independencia como objetivo final.

Tal vez estos datos den qué pensar en ciertos ámbitos políticos y se retome de una vez "ahora que tenemos un Gobierno renovado" el necesario diálogo institucional entre nacionalistas y centralistas, en vez de lanzarse órdagos y recibir silencios a cambio.