ETA ha vuelto a matar. Los peores augurios tras el final de la tregua se están cumpliendo y la organización terrorista continúa con su trágica estrategia, en este caso mediante un coche bomba en la casa-cuartel de Legutiano (Àlava) que ha provocado la muerte del agente Juan Manuel Piñuel Villaón y tres heridos de diversa consideración. La elección del objetivo deja en evidencia la sed de mal que inspira a los asesinos, toda vez que entre sus víctimas podrían encontrarse mujeres y niños, familiares de los guardias civiles que residían en el inmueble.

Aunque pueda parecer un contrasentido, este último atentado ha permitido recuperar el necesario clima de unidad entre todas las fuerzas políticas democráticas españolas para derrotar a la banda asesina. La lectura de un comunicado conjunto de condena por parte de todos los grupos y las posteriores intervenciones de los portavoces, así como del presidente del Gobierno, en el pleno del Congreso "Mariano Rajoy (PP), Antoni Durán (CiU), Josu Erkoreka (PNV) y José Luis Rodríguez Zapatero" permitió visualizar la concordancia de intereses en una cuestión "el terrorismo" que fue durante toda la pasada legislatura objeto de confrontación política directa entre el Gobierno y el principal partido de la oposición, el Partido Popular.

Del mismo modo que se criticó con dureza al PP por la perversa utilización del terrorismo como elemento de disputa, hay que celebrar el cambio de actitud que preside el inicio de esta legislatura. Ahora es una responsabilidad directa de todos los partidos, y en especial de Zapatero y Rajoy, no volver a romper de cara al futuro el consenso en un tema tan delicado como es el frente democrático contra los violentos; sólo así serán verosímiles las declaraciones que vinculan la debilidad de ETA a la cohesión de los demócratas.