El pasado viernes, el Govern conmemoró el Dia de les Illes Balears con la entrega de los premios Ramon Llull y las medallas de oro de la Comunitat Autònoma. Ayer, el Parlament también celebró el aniversario de nuestro Estatut. Cuando se cumplen 26 años desde el inicio de nuestra autonomía, muchas voces aseguran que sigue sin existir entre los ciudadanos un sentimiento autonómico. Plantean, en definitiva, que no existe un sentimiento balear como sí podemos sentirnos, por ejemplo, mallorquines, menorquines, ibicencos o formenterenses. Es un viejo debate que difícilmente tiene respuesta. Porque medir el sentimiento balear es materialmente imposible. Pero es evidente que ahora conocemos mucho mejor los problemas de ibicencos, menorquines y mallorquines. Los actos organizados estos días por las instituciones difícilmente pueden aumentar el sentimiento balear de nuestros ciudadanos. Que nadie espere que con la presentación de un libro o una feria de productos autóctonos nos podamos sentir mucho más baleares. Por el contrario, son importantes los mensajes que lanzan nuestros representantes políticos en esta etapa de crisis. Antich dice que debemos luchar entre todos para salir de la actual situación. Y asegura que su Govern está obsesionado en solucionar los problemas. Hoy por hoy, la crisis es el principal problema del Ejecutivo y se están tomando medidas para salir de ella. El tiempo dirá si son las acertadas o no, pero resulta un poco atrevido que Antich diga que los ciudadanos pidieron mayoritariamente un cambio politico. Si se basa en los resultados electorales de las últimas autonomicas, difícilmente puede sacar esa conclusión el president balear. Sí acierta plenamente cuando pide que se acaben las luchas partidistas. Ése debe ser el camino.