No hace muchos años, recuerdo que el pintor y escultor Antonio Villanueva inauguró una exposición en su taller de Vila; la llamó ‘Somos Muchos’, en clara alusión a la saturación de Ibiza en verano.

Sus obras, pinturas de gran formato, representaban escenas de fiesta y muchedumbre; en una de ellas, miles de cabezas y cuerpos tapizando una playa muy parecida a Platja de’n Bossa, pero con chimeneas, puente y torres como skyline de fondo. Ésta y otras obras definían un escenario hiperindustrializado y masificado, impactante y poderoso. Muy creíble. La verdad es que la exposición me impresionó, tanto por su sinceridad y premonición, como por su trazo y potente estilo. Era el año 2007…

Será por asociación de ideas, pero siempre que recuerdo aquel imponente cuadro, me viene también a la memoria nuestra central eléctrica de Gesa y sus chimeneas erogando gas marrón.

Es, quizás, una de las imágenes más impactantes que debe tener cualquiera que llega a la isla por primera vez.

La razón de ser de ésta central es evidente: dotar de energía eléctrica a las islas. El problema es que en el momento de su construcción no se debió planificar muy bien, cuando pocas décadas después nos encontramos con semejante bicho perfectamente parasitado sobre la trama urbana de Eivissa. Pero éste no es el tema…

Ya entonces –2007- se nos informaba puntualmente de los picos de consumo eléctrico de las islas, de comparaciones anuales y de incrementos ‘de récord’; de la capacidad de la central eléctrica y de la necesidad de su ampliación; de más demanda y más potencia; de averías por sobrecarga y rayos con mucha puntería… Debe ser un tema importante, porque se nos ha tenido siempre perfectamente informados.

El consumo de energía es un fiable indicador para que los gobiernos determinen la salud de su país; y se puede decir que en las Pitiusas, durante la crisis, no hemos tenido precisamente bajadas en el consumo.

La respuesta puede ser sencilla: ‘Hay más turistas, y éstos consumen más’. Claro, y también más residentes, que también consumen más.

Pero lo más curioso, si analizamos las cifras eléctricas de los últimos años, es que no sólo ha subido el consumo en picos de temporada año tras año, sino que lo ha hecho también en temporada baja, y proporcionalmente mucho más que en verano. Hace ya varias temporadas que esto ocurre de forma evidente.

Se me ocurren varios motivos, en unas islas en las que –según refleja el padrón municipal- hace años que no crece la población residente:

El calentamiento global (más calor = más climatización). Está claro que incrementa el consumo, pero en verano o entretiempo; no en invierno.

La ‘escalada’ tecnológica, entendiendo ésta como la dependencia cada día mayor que tenemos de máquinas y enchufes.

Cuando antes se colocaba un enchufe en cada mesita del cabecero de la cama, ahora se instalan tres o cuatro: el teléfono, la tablet, la luz de lectura, el cargador de lo que sea… Las casas ya empiezan a parecer jaulas de Faraday, recubiertas de cables y mallas electrificadas por doquier.

La fiesta. Por supuesto que cuenta; imaginaos la de kilowatios de sonido y luces que gastamos en cada ‘evento’… Y los hay a patadas. Como también hay fiesta en invierno.

Y finalmente algo que, como tal, se nutre de todos los anteriores, y al mismo tiempo los afecta muy directamente… La irrupción del estilo contemporáneo en la arquitectura y el diseño de viviendas y negocios.

No es broma.

Sólo hay que echar un vistazo a cualquier folleto de agencia inmobiliaria, para ver que el estilo ‘moderno’ se está abriendo paso a marchas forzadas entre las ‘top-prime’ de sus mejores productos. Cada vez se ven más superficies acristaladas, piscinas infinitas y espacios de infarto; sin paredes ni restricciones, contacto directo con el entorno ya transformado. Son casas diseñadas para sorprender, no para vivirlas. Y normalmente son ‘de temporada’.

¿Qué significa ‘de temporada’? Pues que están diseñadas y construidas casi exclusivamente para ser habitadas en los meses de verano; ni por aislamiento y protección al entorno, ni por una adecuada implantación y orientación; estas villas suelen ser frías y húmedas en invierno… Lo que limita su aprovechamiento y condiciona su eficiencia.

Se intentan suplir éstos fallos de diseño con más energía, más calefacción, más suelo radiante y bombas de calor. Más consumo… Pero claro, para el que viene dos semanas al año a su casa de Ibiza y quiere que todo esté perfecto, es mejor pagar la factura de la luz que cada temporada tener que cambiar grifos y enchufes, alfombras y cortinas; estragos del largo y húmedo invierno.

Si la casa es -energéticamente hablando- un colador, tendrá unos consumos impresionantes para mantenerla en invierno.

Si la casa está bien diseñada, orientada, asoleada, aislada, ventilada y aprovechada, su consumo invernal puede ser cero.

¿Es una tontería? No lo creo.

Me gustaría saber cuánto representa en el cómputo total de consumo eléctrico. No es para nada desdeñable el hecho que cada vez hay más viviendas de alto standing en las islas, y estas necesitan más energía. Quizás no por metro cuadrado (no es lo mismo una casa payesa de 140 m2 que una villa de 600 m2), pero lo cierto es que hay más, más grandes, y más equipadas.

Y claro: estas villas reciben fiestas, están llenas de enchufes y soportan más calor que hace unos años. Son –energéticamente- un despropósito.

Si, por lo menos, se diseñaran pensando en su hibernación, sería un gran detalle… No se trata de tener la más vistosa nave espacial para una o dos juergas veraniegas, y que luego sea un dinosaurio enfermo durante el invierno. Se trata de que no todo vale a la hora de parir y construir un engendro de éstos ‘high-tech hipermodernista’; se trata de tener la conciencia y los conocimientos para saber interpretar lo que quiere ser la casa, lo que debería ser, y lo que finalmente será. Ya sabemos que la casa será lo que quiera el propietario, y viceversa. Por eso la concienciación energética debería partir de él mismo.

Ya nos queda a los demás el resolver la complicada dualidad invierno-verano; y que nuestros diseños acaben siendo casas con buena energía. Casas no sólo bonitas, sino eficientes. Con algo de cabeza.