Lo del ataque marciano ya les aventuro, que no es un cuento chino. Tampoco es que sea un discurso del líder de podemos, o de la hoy famosa CUP, en plena campaña de las catalanas, ininteligible para ambos, y carente de toda lógica, y significado, donde los haya. Aunque, ¡eso sí!, ya se parece más a otra cosa de otro mundo lejano, y que es a donde quiero ir a parar. Lo de Marte, (me crean o no), empezó cuando la gente, harta de mirar a la luna, -que ya les aventuro de que no es lo mismo verla, que estarlo-, y no me estoy refiriendo a ningún político, en general que pudiera no haber salido nunca de ese estado, se puso a mirar hacia otra parte, y acabó por darse cuenta de que justo al lado, había un planeta anaranjado, que bien mirado pudiera ser, como algún que otro malintencionado dijo, la viva estampa del Naranjito, recuerden, aquel engendro diabólico que se utilizó allá por el 82, como mascota en el mundial de fútbol, que por supuesto y como no podía ser de otra forma, perdimos a las primeras de cambio. Luego, según ya conocen, vinieron mejores engendros, como Curro, el pájaro mutante, imagino que porque el que lo creó y le puso nombre, era el único que tenía por aquel entonces curro en la expo del 92, y no mucho mas tarde, apareció un tal Cobi, de la mano de un tal o cual Mariscal, (que aún no imagino qué pudo fumarse aquel día, en el que pensó en su amorfa forma), para el mismo año, en las olimpiadas celebradas en el exo planeta de ‘Catalunya’, y digo Catalunya y no Cataluña, porque ya podemos irnos acostumbrando a este tipo de epítetos. Yo ya les adelanto que ya hace mucho tiempo que me acostumbre a estos giros lingüísticos, cuando hará unos treinta años a ojo, me perdí con mi vehículo en el País Vasco buscando a Vitoria en la autovía, y después de mucho buscar, acabé descubriendo que se llamaba Gasteiz, y que San Sebastián se llamaba Donostia. A lo cual, tras emitir un ‘Donostia’, pero sin el ‘Don’, pero anteponiendo delante de la o una h, acabé por comprender que los designios de nuestra pluralidad nacional, en nuestro planeta Tierra, se habían quedado pequeños, estaban más que finiquitados, que la carrera política de Mas, y que había llegado el momento pues, de mirar, si tras la Luna, aquel planeta rojo tendría futuro para todo ser que no cupiera en la Tierra, o tan solo se trataba del puñetero Naranjito, que alguien lanzó de un puntapié al infinito y más allá, tras el cabreo del mundial tan cutre que se hizo, o un planeta, que por lo de rojo me refiero, no hubiera sido pegado fuego por algún que otro pirómano marciano, que de haberlos, también haylos y con muy mala leche, según nos cuenta algún experto de reconocido prestigio, como pueda ser Xavier Sardá en sus Crónicas Marcianas.

En cualquier caso, listos están estos seres verdosos, que nunca he entendido porqué son verdes, si habitan en el planeta rojo; imagino que de pura envidia por lo cojonudos que somos nosotros, los terrícolas; pues en el momento en que otro ser, el humano, bicho malo y peligroso donde los haya, ha puesto el ojo sobre el planeta rojo, y más ahora que ya se sabe que hay agua bajo su superficie, y –por supuesto- de mejor calidad que la de Sant Jordi, que aunque lleva ácido sulfúrico la primera, no es peor que la salinidad que lleva la segunda, van a colonizar (probablemente, y además en llengua catalana, si llegan éstos antes con sus cohetes que los rusos o los norteamericanos) en menos que canta un gallo, a los pobres marcianos. Más de un ataque les va a dar a éstos. Pero al corazón, al vernos llegar.