Andaba yo algo nervioso intentando descifrar algún que otro dato del informe macroeconómico del Gobierno de la España va bien, y de la que nos dice que no hay que tener miedo a que nuestro sistema del bienestar, que tanto nos ha costado tener, gracias a los fondos de los alemanes, (que dicho sea de paso, nunca regalan nada), se nos venga abajo un poquito más de lo que ya está, y del cual, nos han jurado nuestros políticos del Gobierno, (digo nuestros, porque les pagamos entre todos), que no se superará el déficit del marco establecido por los burócratas de Bruselas, imagino que hasta que no hayamos pasado de largo como mínimo las elecciones.

Pues como les decía; estaba en eso de descifrar algún que otro código encriptado sobre los datos que hacen públicos a escondidas nuestros sucesivos gobiernos, en webs gubernamentales escasamente publicitadas (imagino que para que no le cojamos afición a esto de hacer seguimientos que no interesan a los susodichos para descubrir cosas que es mejor no saber), que me indiquen porqué si estamos tan bien, se nos quieren ir nuestros vecinos, los del pà amb tomaca, ahora más de moda, los de los ocho apellidos catalanes y vascos, (y espero que por el bien de la nación, no nos hagan los ocho apellidos andaluces, gallegos, cántabros, extremeños, etc.), cuando de pronto, en la radio se escucha una canción de Marta Sánchez, ya saben, la rubia que era morena pero que supo encandilar como nadie a nuestro ejército, allá por la primera guerra del golfo, o fue tal vez la segunda, pues ya perdimos la cuenta de las guerras en las que España estuvo pero nunca participó ni participará oficialmente, y que nos va como pintada, con su canción “soldados del amor”, que bien mirado ojalá hubiera habido más Martas Sánchez en el mundo porque habría más amor y menos guerras entre los soldados, salvo las que se montasen entre ellos mismos para hacerse una foto agarrados a ella, mientras su cetme varonil, apunta hacia donde la providencia diga, que dicho sea de paso, estaba la rubia para mojar pà amb tomaca, y aunque por el tiempo, el pan hoy sea más mustio y la tomaca más madura y este no perdone, aún sigue estándolo. No es de extrañar que ninguna nación de nuestra piel de toro quisiera irse en aquellos tiempos y dadas las circunstancias. Hasta yo hubiera querido ser soldado del amor si me hubieran dejado. Me pregunto si ya que andamos escasos en recursos económicos en este país, y puesto que a pesar del llamamiento de Francia, para que les apoyemos en la lucha contra esos hijos de perra asesinos de niños y gente indefensa, que son esos descerebrados del Daesh, Isis, o como quiera que se llamen, y que tienen que drogarse para poder cometer sus asesinatos, no hubiera sido mejor que en vez de esconder la cabeza, mirar para otro lado, y quedar mal, les hubiéramos enviado a Marta Sánchez, a ver si dando un poco de su amor, conseguía esta, que hubiera menos guerra. Lo que sea con tal de no oír cantar a las tropas de François Hollande, que tristemente incrementa su popularidad a base de la miseria de los muertos, (nada más miserable para un político, que base en las armas su popularidad), y ya que ni que decir tiene, el afamado e inmortal Putin, que cada vez que sale en televisión es para decir lo bien que van los bombardeos en Siria. (¿Bombardeos a quién?). Si a este le añadimos a Cameron, el inglesito que dice que también no va a quedarse al margen de nada, ya tenemos al trío del mariconicido juntos. Y como siempre los norteamericanos nos volverán a salvar el culo a estos europeos esnobs. ¿Y España? España, señores, ni está, ni se la espera. ¿Pues acaso aún no se dieron cuenta? Aquí todo va bien.