El pasado lunes me invitaron a la presentación del libro que recoge los primeros treinta años de historia de la Colla de Sant Rafel. Un acto al que asistieron cerca de 300 personas y que resultó muy emotivo para los miembros del grupo, sus familiares y los que hemos tenido la suerte de compartir con ellos algunos de los mejores momentos de nuestras vidas. En un vídeo que se exhibió durante la fiesta, una de las históricas balladores de sa Colla, Maria Ferrer, de Can Cristòfol, aseguró que en Eivissa quizás hay grupos que bailen mejor que el de Sant Rafel pero que no hay ninguno que sea un grupo de amigos tan unido como el suyo. Y no le falta razón. Si la Colla de Sant Rafel va en camino de alcanzar las cuatro décadas de vida es gracias a que cada viernes se reúnen en el edificio polivalente del pueblo una colla de gent bona de todas las edades con el único propósito de pasárselo en grande practicando su mayor afición: el ball pagès. Los rafelers son, sin duda, todo un ejemplo para el resto de agrupaciones del resto de las Pitiüses, con cuarentañeros en plena forma que siguen dando el do de pecho en cada actuación y que han sabido inocular el veneno del ball pagès en sus hijos. Y tampoco se han bajado del carro la segunda generación de balladors que, pese a las distracciones propias de la adolescencia, continuaron con su hobby y hoy son los puntales y el modelo a seguir para los que se han animado a bailar hace poco. Por cierto, no le guardo rencor al gracioso que decidió sacarme en pijama llevando a cabo una ‘gamberrada’ de juventud de la que, eso sí, guardo un gran recuerdo. Por todo esto, per molts anys, Colla de Sant Rafel!