A lo largo del año nuestra vida tiene el don magnífico de poder celebrar fiestas en honor de la Virgen María. Y las fiestas de la Virgen no son sólo un honor para Ella, sino una ayuda para nosotros que la vemos como Madre y como maestra. Aquí, en Ibiza y Formentera hemos celebrado el mes pasado con tanta buena participación la fiesta de la Virgen del Carmen; después el viernes 5 de este mes la solemnidad de Santa María de las Nieves, nuestra Patrona. Y mañana en toda la Iglesia tenemos la fiesta de la Asunción de la Virgen María al cielo.

Cuando la Virgen María visitó a su prima Isabel en su canto de alabanza y gratitud a Dios decía: «El Señor ha hecho en mí obras grandes, su nombre es santo (Lc 1,49). Y así todas las generaciones estamos llamadas a felicitarla (Cf. L, 1,48). ¿Cuáles son esas obras grandes que le ha hecho Dios? Fue concebida inmaculada, y así la saludó el Arcángel Gabriel: “Ave María, llena de gracia”; es, además, a verdadera madre de Jesús hecho hombre; Ella está unida a Cristo Redentor en toda la vida de Jesús y especialmente en el Calvario. Y la cuarta cosa grande que Dios ha hecho con María es la Asunción al cielo en cuerpo y alma, privilegio singular por el cual María es la primera criatura que participa de la redención en cuerpo y alma.

La Virgen María así es la primera persona en gozar de la misericordia divina, que como dice el magníficat «el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es Santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación…l hizo proezas con su brazo: dispersó a los soberbios de corazón, derribó del trono a los poderosos y enalteció a los humildes».

Dios es todopoderoso y puede hacer las cosas por sí mismo, pero quiere servirse de las criaturas para que lleven a cabo su proyecto de salvación del mundo. Y la primera elegida para ello es la Virgen María, que responde a Dios con humildad y total disponibilidad.

Esta fiesta de la Virgen, contemplándola asunta al cielo en cuerpo y alma es la expresión de que ella ha cumplido plenamente su vocación de sierva del Señor que ha cumplido siempre y en todo su voluntad.

Esta bonita fiera pues nos lleva a mirar y bendecir a María, pero nos deja algunas enseñanzas para nuestra vida: la Asunción de María es la anticipación, el preludio de nuestro destino; con este gesto vemos por parte de Dios una exaltación de la persona humana, del cuerpo y del alma; el alma está llamada a una vida de amistad con Dios aquí en la tierra y eternamente en el cielo; y el cuerpo está llamado a la gloria de la resurrección y no a la destrucción definitiva.

Así esta fiesta nos ha de comprometer a una forma concreta de vida: vivir con la fe, como María, conformando nuestras actitudes y disponibilidades a la voluntad de Dios, haciendo de nuestro cuerpo en la tierra un templo de Dios por obra del Espíritu Santo.

Bonita fiesta, pues, la que podemos vivir mañana contemplando a María Asunta al cielo, prólogo de nuestra asunción pues estamos llamados e invitados a vivir bien aquí en la tierra mirando hacia los bienes eternos para poder compartir un día la misma gloria de la Virgen, Madre de Cristo y madre nuestra.

Que esta fiesta, pues, nos haga fuertes creyentes de la Palabra de Dios, cumplidores de la voluntad de Dios en todo, de modo que nuestra vida aquí en la tierra sea una entrega a Dios y a los hermanos.