En este mes de septiembre para muchos chicos y chicas de nuestras Islas de Ibiza y Formentera comienza un nuevo curso, lo cual es una actividad importante para ellos y a la cual debemos colaborar todos. La formación de los chicos y chicas es obra de las buenas acciones de sus familias, de los colegios a los que asisten, de las parroquias de las que son parte, de las asociaciones deportivas, musicales, etc. de las que son miembros y cada una de estas entidades ha de poner mucho y bueno a favor de ellos.

Quisiera, pues, al inicio de este curso animar a los profesores de todos los colegios: públicos, concertados o privados, y a los demás miembros de los mismos, a llevar la actividad propia hacia adelante, con bondad, éxito y capacidad para un crecimiento adecuado de los alumnos, de los niños, de los jóvenes.

Los primeros educadores son los padres. Pero esa misión, fruto de amor paterno, es ayudada y perfeccionada con otras entidades: parroquias, agrupaciones, y, naturalmente, por escuelas dignas y capaces. Los que hemos tenido la suerte de contar con buenas escuelas en nuestra etapa infantil y juvenil de educación –y yo humilde pero realmente me considero beneficiado de ello en los colegios públicos y religiosos en los que me he formado- eso lo recordamos con afecto y gratitud y deseamos que todos puedan contar no sólo con buenos padres sino también con buenos y excelentes maestros.

El Papa Francisco, en un discurso a las escuelas italianas decía: «Y además amo la escuela porque nos educa en lo verdadero, en el bien y en lo bello. Los tres van juntos. La educación no puede ser neutra. O es positiva o es negativa; o enriquece o empobrece; o hace crecer a la persona o la deprime, incluso puede corromperla…La misión de la escuela es desarrollar el sentido de lo verdadero, el sentido del bien y el sentido de lo bello. Y esto ocurre a través de un camino rico, hecho de muchos «ingredientes». He aquí por qué existen tantas disciplinas. Porque el desarrollo es fruto de diversos elementos que actúan juntos y estimulan la inteligencia, la conciencia, la afectividad, el cuerpo, etcétera.” (10 de mayo de 2014).

Un colegio, un centro escolar es una institución importante, pero esa importancia opera si todos los responsables cumplen sus deberes y obligaciones con interés y capacidad. Los centros educativos, en sus distintos niveles, contribuyen de manera significativa al proceso del progreso y crecimiento de los niños y jóvenes. Son depositarios de la confianza de los padres y de la sociedad en la tarea de comunicarles los valores de la cultura, desarrollando de modo progresivo las capacidades físicas, intelectuales y morales de los alumnos. En este proceso educativo también hay que tener presente que los padres tienen derecho a pedir y obtener que en la formación haya la enseñanza de la religión. Mal funciona un colegio si la enseñanza al desarrollo personal de sus alumnos se ve muy limitada y condicionada por otras influencias, como podría ser de manera especial en lo que se refiere a la educación moral y religiosa, reconocida por la Constitución Española.

Que el inicio del año académico sea, pues, un ver bien la responsabilidad que cada uno tiene, acoja esa responsabilidad y de ese modo se fomente y promueva el auténtico y buen avance en nuestra tierra de los alumnos. Que eso les ayude a progresar viendo lo que necesita la tierra, y sobre todo, lo que necesitan los demás seres humanos, que son nuestros hermanos.