Una de las cosas más patéticas de la democracia española, que es el mejor de los sistemas posibles, bien es verdad que con algunos agujeros negros que habría que rellenar, es esa sesión de control del Gobierno que se celebra periódicamente en el Congreso. Se trata, como saben, de preguntas que hacen los partidos políticos representados al Sánchez&validos, sobre los asuntos más espinosos de la gobernanza actualizada. Pero la trampa es que vía mesa congresual esas preguntas se pasan días antes al Gobierno de marras para que las estudie a fondo y se invente y arme en ese lapsus pues todas las posverdades que le dé la gana. Y la cosa, democráticamente, empeora cuando no se puede cambiar ni el orden del día ni las cuestiones, no se debe introducir ninguna pregunta en vivo y en directo, vamos que estamos ante una sesión que yo calificaría de antidemocrática. El control debería consistir en que le pregunten al Gobierno a bocajarro y que éste se defienda como pueda y eso sí sería higiénico para nuestros sistema político, y los políticos se espabilarían y los más estultos enseguida relucirían. Ejemplo de lo que quiero decir fue lo que pasó el miércoles pasado. Un político ágil y astuto, gran estratega, Rivera, se saltó el reglamento y le soltó a Sánchez que cómo pergeño su tesis doctoral. Quien debería ser ya expresidente se quedó secó y compuesto, lógicamente esa pregunta ni estaba ni se le esperaba. Y entonces algunos oyeron que Sánchez señaló o a Rivera o a la bancada de Ciudadanos y les dijo o susurró: “Os vais a enterar”. Pues ya nos vamos enterando, Pedro: ¡vaya pollo que has montado con tu regeneración del país, ha sido tan regeneradora que, sin esperar a Neptuno, te has fagocitado tú mismo!