"Cuidado que llega Vox", clama la izquierda balear y pitiusa. Se cuentan tantas cosas sobre esta formación política que hasta su portavoz en las Pitiusas, Jaime Díaz, ha tenido que decir en el programa ‘Bona Nit Pitiüses’: "No soy homófobo, machista, fascista ni de extrema derecha".

No conozco a nadie que haya leído el programa electoral de Vox, pero los hay a miles que opinan sobre su ideario político, y los sitúan en la extrema derecha. Algo deben comunicar bien cuando en Andalucía han conseguido doce escaños más de los que le asignaba el desprestigiado CIS, y me temo que cada vez que sean acusados de fascistas irán sumando votos y votos, sin necesidad de hacer campaña.

Vox no es más que una reacción al hartazgo de los ciudadanos ante lo que está ocurriendo en Cataluña y la nula actuación del Gobierno central, tanto con Rajoy como con Sánchez. Y Vox es una salida electoral para aquellos que se escandalizaron cuando Pablo Iglesias acudió a la cárcel para negociar los presupuestos con Junqueras. Cada vez que Sánchez hable de retirar a Franco del Valle de los Caídos, Vox sumará votos. Fíjense que nadie habla ya de Franco desde las andaluzas y ahora, oh milagro, Sánchez amenaza con aplicar el artículo 155 en Cataluña.Y no es que los votantes sean seguidores de Franco, pero sí están hartos de que saquen viejos fantasmas en una sociedad que se presume moderna y madura desde el punto de vista democrático.

La torpeza de los actuales gobernantes ha provocado la irrupción de Vox, como los errores de los políticos de hace cuatro o cinco años alimentaron el fenómeno de Podemos. Y parece que hay Vox para rato. Cuando más hablen de Vox, más votos conseguirá.