Si la intención del equipo de gobierno de Vila y de su concejal de Mobilitat, Juanjo Hinojo, es que la ciudad se vacíe de coches, lo acabarán consiguiendo. Pero no gracias a la adecuación de más párquines disuasorios en las afueras o la implantación de un servicio de autobús que te llevara de una punta a otra de la ciudad en 15 minutos, sino porque circular por el centro se ha convertido en un auténtico suplicio por culpa de la instalación de semáforos en puntos donde nunca ha habido conflictos entre peatones y vehículos, como en el cruce de Can Ventosa.

Después de casi un mes de su puesta en marcha, aún no he entendido qué mejora ha supuesto la instalación de estos semáforos, que suponen una pérdida de tiempo tanto para las personas que cruzan la calle, que antes no tenían que esperar más de diez segundos, ni para los conductores, que sufren con desespero los continuos atascos que se producen en la avenida Ignasi Wallis. Sí, es verdad, con los nuevos semáforos la seguridad es mayor pero llevo muchísimos años viviendo en la zona y no recuerdo ningún atropello en estos pasos de cebra a pesar de la muchedumbre que se acumula a la salida del instituto Santa Maria.

Y todo esto sin que haya empezado todavía la temporada turística, con lo que dentro de dos meses la situación empeorará sí o sí, con lo que sólo faltará que el Ayuntamiento ponga un cartel bien grande en cada una de las rotondas de entrada a la ciudad con la frase ‘Pagesos, go home!’. Baixar a Vila hace mucho tiempo que dejó de ser motivo de alegría.