En España hemos batallado de lo lindo, pero la unión del Reino más antiguo e influyente en la historia de Europa y América siempre fue por encamarnos alegremente y sin racismo. El Rey simboliza la unión de todos los pueblos de España, gracias a las alianzas matrimoniales en el lecho. ¡Tanto monta!

Y llevamos tres Reyes de España que siempre ha llevado las Islas Baleares muy presentes en su corazón. Don Juan acudía navegando a placer, pese a la prohibición de Franco que pisara tierra española. A su llegada, siempre navegando, las Baleares quedaban de facto sin los más altos mandos militares pues todos querían ir a saludar al conde de Barcelona.

El zorro gallego que era el general Franco lo sabía muy bien, como también sabía que, en las monárquicas y hedonistas Baleares, era mejor hacer la vista gorda.

Don Juan Carlos pasó gran parte de sus vacaciones en casa del conde de Fontanar, en Mallorca. Su juventud, educándose en una España donde mandaba el adversario de su padre, fue impresionante. En Baleares se sintió siempre querido y podía relajarse, aprendió a bailar el tango y la rumba y creció su pasión por navegar. Aguantó, aprendió y fue fundamental en traer la monarquía parlamentaria que soñaba su padre: “¡Majestad, por España, todo por España!” ¡Qué gran Rey de concordia y verdadero progreso para todos los españoles!

Don Felipe ha heredado el amor a Baleares y también es un Rey marino. Por eso alegra tanto la visita real a Ibiza en un verano extraño por la gran ausencia de turistas. El Rey pasea por el impresionante pasado púnico de Ibiza, la ciudad más antigua de Baleares. Y la Reina Leticia luce un vestido de Ad Lib, de Charo Ruiz, esa moda placentera tan ibicenca que sigue el sabio consejo de Smilha: Viste como quieras pero sé elegante.

Ibiza debe hacer más por fomentar su historia milenaria. Somos la isla del dios Bes, que inspira a la danza y el amor y cuida el sueño de los niños. Un dios benéfico y siempre erecto que aleja los animales venenosos. Ibiza ya estaba muy civilizada en el tiempo que nuestros hermanos mallorquines y menorquines (islas Gymnestas) iban en pelota picada, eran temibles honderos y compartían a la novia en las bodas.

Felipe VI también se acerca al muy marinero San Antonio de Portmany, la mejor zona geográfica de las Pitiusas. En San Antonio veraneaban antes del boom turístico las familias de Vila. Su esplendorosa bahía, el Portus Magnus, protegida por la isla Conejera (la leyenda cuenta que fue la cuna de Aníbal Barca), ya refugió al emperador Carlos. Ahora que la perfida Albion y otros paíes europeos, celosos de nuestro éxito turístico nos boicotean, la visita real supone una promoción mucho más efectiva que cualquier feria turística.

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Aquí se pasaron tiempos muy duros por las razzias de los piratas berberiscos y el poder otomano que hizo almirante al tremendo pirata Barbarroja. Felipe II estuvo a punto de evacuar las Islas Baleares por la indefensión de su población, pero el péndulo histórico del poder osciló tras la batalla de Lepanto. El bravo Don Juan de Austria bailó una gallarda en el alcázar de su nave La Real antes de atacar, y el Imperio español salvó a la cristiandad europea y el sueño renacentista.

Los ibicencos también se hicieron a la mar a sangre y fuego para salvar sus vidas. Así ganaron fortuna y gloria y se hicieron respetar en todo el Mediterráneo. Y es un placer poder hoy brindar con vino y devorar sobrasadas, en libertad, gracias al valor de nuestros antiguos.

La Monarquía sufre hoy ataques, a menudo tan estúpidos como injustos. Los serviles oportunistas que dan coba al presidente más mentiroso de nuestra historia, solo son veletas que cambian según el viento del poder.

La monarquía prevalece porque es útil y tiene un sentido de la estética muy superior a una república. El Rey de España abre puertas, mantiene lazos históricos de amistad, y es el primer servidor del Reino. Primus inter pares por voluntad y deseo mayoritarios, y cada día de su vida debe trabajar para que el balance del reinado siga siendo positivo, útil, efectivo y mantener la concordia entre españoles por encima de tanto político cainita.

Es impresionante la labor de la Monarquía de unión con Hispanoamérica, el maravilloso Nuevo Mundo en que cualquier español se siente en casa. Su prestigio por Europa, donde ha sabido hablar y convencer a tanto celoso de nuestro pasado. Su armonización del mundo judío y musulmán, las otras dos culturas que acompañan a nuestra tradición cristiana. El respeto que se tiene a la monarquía española en todo Oriente. Sus contactos para abrir negocios para las empresas españolas por todo el mundo. Y la cultura que hace más amable la vida.

Cualquier acompañante en cualquier comitiva por el mundo sabe que el prestigio del Rey de España ayuda de forma fundamental, especialmente cuando los políticos resbalan. Y también sabe plantarse y mandar callar la diarrea verbal del tirano de turno, o hablar con otros para lograr algo más de libertad en tierras hermanas. Es la gran diplomacia junto al valor y el prestigio.

La Monarquía parlamentaria ve más allá de los cuatro años electorales del mini-estadista del partido de turno. Y seguirá viva mientras sirva. De momento, entre tanto torbellino vírico y político que sueña desenterrar hacha de guerra, el Rey simboliza y sirve a la estabilidad, la unión y la concordia entre españoles. Y además lo hace elegantemente.
¡Viva España! ¡Viva el Rey!