Hay más detectives y polis novelescos (y cinematográficos) que crímenes enigmáticos propiamente dichos. | Pixabay

Empezando por Sherlock Holmes, no por gusto sino porque no hay más remedio si hablamos de detectives de ficción, la lista de estos héroes literarios es ya interminable. Hay más detectives y polis novelescos (y cinematográficos) que crímenes enigmáticos propiamente dichos, y está claro quién es y qué hace el gran héroe popular del último siglo. Es detective y hace investigaciones. Si un escritor no inventa uno, que le dure al menos una docena de novelas, lo tiene crudo. Pronto decir novela será decir novela negra, ya que el resto, clásicos incluidos, apenas tiene mercado. Por lo mismo, hay más asesinatos y psicópatas asesinos en serie en las librerías que en todo el resto del mundo real, que ya es decir. Tienes que cruzar auténticas cordilleras de novelas negras, goteando sangre y vísceras, para acceder a algún libro, qué sé yo, Los miserables, no protagonizado por el detective de turno. Y eso suponiendo que Los miserables no esté considerada ya una novela policial, o precursora del género, que bien podría ser. A fin de cuentas sale un poli muy fanático, el inspector Javert. Lástima que ningún autor de novela negra se haya inspirado en él para crear un nuevo estilo de detective, y aumentar el ya interminable listado. Será que sólo leen a su vez novelas negras, y ahí los detectives se diferencian por sus manías y tics nerviosos. Tras el cocainómano y racional Holmes vino un largo desfile de borrachos irracionales, casi todos hoscos, melancólicos y muy depresivos, y luego ya, a la busca de nuevos nichos de mercado, empezaron a diversificarse. El detective, gran referente cultural del último siglo, podía ser un loco, un enano, un mongol de Mongolia, un criminal, un enigma, un tipo que pasaba por allí, incluso un poli propiamente dicho. O una mujer, naturalmente. Esto se debe a que el policial, que se suponía narrativa realista, pertenece al género fantástico, como los dragones y elfos. Costumbrismo mágico. Asesinatos fantasiosos, pero muy sanguinarios; en el cuerpo humano no cabe tanta sangre como en una página de novela negra actual. Así que el detective interminable prosigue la investigación. Siempre. Es invencible, al menos en términos de ventas. Por qué será.