Una pareja disfruta de la playa junto a su hija. | Imagen de Pexels en Pixabay

Hace unos días organizando las vacaciones familiares observe como una parte importante de la oferta hotelera delimitaba la reserva solamente a adultos, cada vez es más habitual encontrarse con establecimientos, también restaurantes, bajo la denominación adults only, concepto utilizado para prohibir la entrada a mayores de 14 años.

Intuyo que estas medidas discriminatorias deben tener fundamentos importantes, que parten de la base que los menores son seres molestos, que la mayoría de estos niños son maleducados y no saben comportarse en espacios comunes, etc. por consiguiente que incordian a los adultos que buscan tener un descanso sin gritos e incomodidades. Incluso un profesor de turismo exponía: «El llanto de un niño podría estropear la experiencia gastronómica de los comensales».

La legislación ya establece espacios como casinos, discotecas, pub’s, etc. donde los menores tienen prohibida su entrada, estas leyes pretenden proteger a los menores de conductas o vivencias consideradas de riesgo. Pero parece ser que el sentido y la intención de estas nuevas limitaciones de los hoteleros y restauradores no son las mismas, su objetivo es proteger a los adultos de los riesgos de la presencia de menores.

Este tipo de prohibiciones para Jorge Cardona, miembro del Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas y catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Valencia «son una clara discriminación injustificada y una violación del artículo 2 de la Convención de Derechos del Niño y de cualquier otro pacto, convenio o tratado de derechos humanos».

Por otra parte, cada vez es más habitual encontrarte a menores en restaurantes o espacios de ocio jugando absortos con la pantalla, es verdad que de esa manera no molestan pero tampoco aprenden a saber comportarse. Es evidente que la mayoría de niños y niñas son inquietos y curiosos, forma parte de su naturaleza, pero esto no es un problema es una necesidad biológica. Voy a proponer una alternativa diferente a los gerentes de estos establecimientos, que limiten la entrada a progenitores que no prestan atención a sus hijos, así ponemos el foco en los responsables y no en las victimas.

Una familia que viaje o salga con niños buscará entornos y lugares adecuados para ellos (medios de transportes, hoteles, restaurantes, ciudades…), y seguramente no serán los mismos que cuando viajen o salgan solo adultos. No oculto que la convivencia con menores en ocasiones es complicada, pero un lugar sin niños siempre me parecerá más triste.


ivancastroconsulta@gmail.com