Una niña jugando con una tablet. | Imagen de andrii Sinenkyi en Pixabay

Durante las vacaciones escolares, especialmente en verano, el uso de tecnología por parte de los menores aumenta considerablemente, dado que el tiempo libre sin obligaciones o actividades es mayor, por consiguiente las pantallas están más presente. Algunas familias se quejan de la dificultad que supone controlar el tiempo de uso, ya que genera discusiones o conflictos entre padres e hijos.

A nivel general, el mundo digital es semejante a una botella de cristal o un plato, es solo un recipiente. Lo que determinará si es saludable o tóxico será el contenido que se incluye en él, la cantidad que se ingiere y las características de la persona que consume esa tecnología. Es decir, para valorar el efecto de las pantallas sobre los menores se tienen que tener en cuenta tres aspectos esenciales:

En primer lugar, el análisis de las características del menor o la menor; los progenitores fácilmente pueden identificar aspectos de la personalidad de sus hijos, si son extrovertidos, si son activos o pasivos físicamente, su nivel de madurez, si son impulsivos, etc. estas peculiaridades nos pueden dar una aproximación para determinar su sensibilidad a la tecnología (dependencia).

En segundo lugar, las características de los contenidos digitales que consumen. A priori la tecnología que el menor use debe estar recomendada para su ciclo de edad. Estas indicaciones normalmente están basadas en la combinación del desarrollo psicoevolutivo del usuario y la adecuación de los contenidos tecnológicos. Otros aspectos a tener en cuenta sería la valoración de la tecnología, si es productiva o de entretenimiento, si estimulan los circuitos de recompensa, si fomentan la socialización 2.0, si generan transacciones económicas, si provocan dismorfia, etc.
Y en tercer lugar, la duración de los usos tecnológicos; las características personales que se pueden apreciar el menor, conjuntamente con el tipo de tecnología que consume debe determinar los tiempos de pantallas. A modo de ejemplo, no es lo mismo una menor que viene de hacer una actividad deportiva durante la tarde que antes de cenar pide ver unos videos de youtube sobre baloncesto durante 30 minutos; que otro menor que durante toda el día está sedentario y pide ver unos videos de gamer’s durante 30 minutos.

Fomentar y regular el uso de la tecnología desde un estilo de vida saludable, entendiendo que el consumo tecnológico debe gestionarse de manera activa y controlada para facilitar el desarrollo psicoevolutivo y social de los menores, ha de percibirse como una función esencial en los progenitores.