Esta semana hemos podido asistir a varios días de pleno en el Congreso de los Diputados. En varias jornadas de trabajo ha tenido lugar el debate sobre el estado de la nación y la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, así como la de un segundo decreto ley de medidas anticrisis.

El primer día de pleno se produjo el debate sobre el estado de la nación y desde luego vale la pena hacer una reflexión sobre los argumentos que se utilizaron en el mismo por parte de la oposición, ya que PP, Ciudadanos y Vox utilizaron el mismo como un coro perfectamente coordinado. Parece absurdo pero da la sensación de que algunos partidos políticos viven muy alejados de la realidad. Da la sensación de que la pandemia que sigue castigando a parte de nuestra población no existiera. Parece que para algunos la guerra en Ucrania no es real. Nadie diría que haya problemas de abastecimiento de gas en algunos países. No parece que todo ello esté provocando un incremento sustancial del precio del petróleo y del gas y podría parecer hasta ridículo pensar que nuestra economía y modo de vida se vaya a resentir por ello.

Todas estas evidencias parecen no existir para la derecha de nuestro país si nos atenemos a las intervenciones de los portavoces de los tres partidos antes citados en el debate del Congreso. Para todos ellos lo mas relevante y crucial, la cuestión sobre la que había que centrar sus intervenciones, la que entendían debía ser la máxima preocupación de los españoles y por tanto lo único que merecía ser el hilo conductor de sus discursos, era sorprendentemente «el terrorismo de ETA»..

Que un partido caduco y políticamente desfasado como es Vox necesite acudir al añorado pasado para argumentar sus votaciones, puede ser hasta esperable; ahora bien que ese mismo discurso lo utilice tanto el PP, partido que aspira a llegar al gobernar el país como Ciudadanos, que sigue intentando engañar a la gente con una careta de centristas que se les cae continuamente; en estos dos casos resulta bastante grotesco. La portavoz del partido naranja, no hizo mas que dar otro gran paso hacia su pronta y definitiva desaparición del escenario político. Por otro lado, el PP presidido por Nuñez Feijóo volvió a dejar muy patente cual es su talante verdadero.

Que el debate del estado de nuestro país en 2022 tenga que pasar por resucitar una banda terrorista que lleva diez años desaparecida, sin atender y debatir de las cuestiones que realmente preocupan y afectan a la mayoría de ciudadanos, nos deja ante una oposición que ha perdido totalmente el rumbo y a quien le interesa más hablar de aquello que no existe, que de lo que se pueda hacer para ayudar a los que hoy en día están sufriendo penurias de todo tipo.

Pero si todo esto no fuese suficiente, esos mismos partidos siguieron con la recuperación de un terrorismo inexistente en la actualidad, para votar en contra de la Ley de Memoria Democrática, una ley que pretende arrojar luz y justicia sobre lo ocurrido en la guerra civil y durante la dictadura, dos negros capítulos de nuestra historia, que nada tienen que ver con el terrorismo. La derecha en este país afirma estar en contra de esta ley porque mira al pasado con rencor, sin darse cuenta que ellos son los que pretenden resucitar lo más negro de nuestro reciente pasado.

Tampoco sirve recuperar el dolor provocado por una banda terrorista que atentaba contra las instituciones democráticas, ya que no deberían olvidar que la guerra civil no fue más que un cruento golpe de estado a un gobierno democrático. Pero que la derecha de este país es la que sistemáticamente vive mirando al pasado, lo demuestra no solo lo mencionado hasta ahora; también hay que añadir un detalle más.

Ni tan siquiera han sido capaces de votar a favor de un segundo paquete de medidas anticrisis, que por supuesto van a favorecer a todos aquellos que a día de hoy lo están pasando mal por la situación económica actual, ya que se han limitado a abstenerse en la votación. En realidad hubiera bastado algo de decencia política y respeto social para posicionarse claramente a favor de unas medidas que han de ayudar a los que más lo necesitan y si las mismas se entienden insuficientes, luchar por mejorarlas o ampliarlas.

Está claro que poco o nada ha cambiado en la derecha; solo el nombre de su presidente y eso no parece suficiente.