Vista general de parte de la ciudad de Ibiza.

Hay cosas que desafortunadamente no cambian, ni se vislumbra que vayan a hacerlo a corto plazo. El grave problema de la vivienda es sin duda una de esas cosas cuya solución parece estar más bien lejos, a pesar de ser una cuestión que requiere de solución inmediata. No podemos seguir esperando que como defienden algunos, el libre mercado o la ley de la oferta y la demanda acaben regulando el sector inmobiliario.

Nuestro país en general sufre de una alarmante escasez de vivienda pública, estando el sector en manos de inversores privados con un único objetivo, especular lo que haga falta y a costa de lo que sea para obtener el mayor rendimiento de sus propiedades. La vivienda actualmente no va más allá de un producto más del mercado, con el que jugar para obtener ingresos.

Ciertamente se trata de una problemática que poco a poco se va extendiendo por buena parte del territorio nacional, si bien es cierto que donde más se agudiza es en aquellos territorios claramente vinculados a la industria turística. Y ese es precisamente el caso de Baleares. Pero además, dentro de nuestra propia Comunidad Autónoma, hay claras y sangrantes diferencias. Eivissa y Formentera, son las islas que más sufren por la falta de vivienda digna a precios asequibles.

Todos los sectores afectados por la escasez de vivienda en las Pitiusas, ven multiplicadas por mucho las consecuencias negativas de tal circunstancia. Empezó siendo un problema que se agravaba durante las temporadas de verano y poco a poco los graves inconveniente se ha ido extendiendo al resto del año, afectando a un conjunto de sectores cada vez más amplio. A día de hoy, el alojamiento de los trabajadores que tienen que venir para cubrir las plantillas durante la temporada estival, es prácticamente misión imposible. También parece de ciencia ficción, la posibilidad de que nuestros jóvenes puedan independizarse y abandonar el domicilio familiar.

Y mientras toda esta penosa realidad se despliega sobre el escenario de nuestro día a día, no se vislumbra a nadie capaz de coger el toro por los cuernos y priorizar el trabajar para solventar esta crítica situación que tanto daño está haciendo a nuestra vida social y a nuestra economía.

Pero siendo ya de por sí penosa y triste esta realidad, más lo es ver la incapacidad y la desidia de nuestros dirigentes en general, que se empeñan en tratar el asunto como un tema de segunda y sobre el que no hay demasiada prisa en intervenir. No puedo dejar de recordar que el derecho a una vivienda digna, es un precepto claramente recogido en nuestra Constitución y, a pesar de ello nadie le otorga la relevancia que debería tener.

El libre mercado y la oferta y la demanda, se han demostrado incapaces de resolver la situación, por lo tanto se impone la urgente intervención de las administraciones en la resolución del conflicto. Pero hemos llegado a un punto en el que ya no valen las promesas y compromisos en campaña electoral; ha llegado el momento de actuar en defensa de un derecho constitucional. Para ello lo primero que se debería hacer, es dejar de utilizar la vivienda como arma arrojadiza entre los rivales políticos. Se impone la necesidad de tratar la cuestión como lo que es, un tema de Estado que está por encima de los intereses de cada partido.

La vivienda no es un simple elemento más del mercado. La vivienda no es como una cafetería, que si ves que te cobran mucho, no entras y punto. La vivienda es un elemento de primera necesidad y un derecho por el que todos deberían luchar por encima de todo. Hay que empezar a ser resolutivos en esta cuestión, hay que aparcar las medias tintas y dejar de defender solo a los propietarios que especulan con sus inmuebles, que es lo que viene haciendo la derecha de este país, oponiéndose a cualquier medida que condicione el libre mercado.

Por otro lado la izquierda también debe actuar con más diligencia. No se puede seguir bloqueando un proyecto de ley de vivienda, por discrepancias en si hay que poner o no techo a los alquileres. Hay zonas en la que esta cuestión ya está más que superada, como ocurre en las Pitiusas, y donde esta es una medida urgente y más que necesaria. Tampoco sirven de nada los enfrentamientos entre derecha e izquierda a la hora de regular y controlar estrictamente el mercado de viviendas turísticas. Les guste o no a quienes obtienen pingües beneficios de estos alojamientos, son en Eivissa y Formentera el principal escollo a la hora de afrontar la problemática de vivienda.

La avaricia del sector, tiene que dejar de ser el factor fundamental que condiciona nuestro día a día durante todo el año. Hay que priorizar y defender nuestro modo de vida como residentes en las islas. Nuestro territorio no puede ser como una nave industrial, en la que se trabaja a destajo para sacar el máximo beneficio, pero en la que nadie vive. En Eivissa y Formentera, queremos trabajar y vivir en ellas y para ello hay que implicarse mucho más de lo que se ha hecho hasta ahora.