Conforme se van conociendo resultados de las negociaciones en curso entre PP y Vox los mismos van siendo cada vez más preocupantes. La falta de un solo criterio aplicable a esas negociaciones por parte del Partido Popular hace que se busque un argumento positivo para aquellos lugares donde se llega a un acuerdo, mientras que ese argumento se transforma en negativo en los que no se llega a un consenso.

Lo cierto es que centrar el foco de atención en el resultado final de la negociación es incurrir en un monumental error ya que el peligro real estriba en el propio hecho de negociar. Parece mentira que conociendo la ideología política de Vox se pretenda dar tintes de normalidad a sentarse a negociar con un partido neofascista. Nadie debería olvidar qué representa la extrema derecha: odio, machismo puro, homofobia, xenofobia y, en el caso concreto de España, antiautonomismo y antieuropeísmo. Ningún gobierno que se precie puede depender directa o indirectamente de un partido político con semejante ideario.

Ante todo ello, la única opción válida es la de establecer un cordón sanitario a la extrema derecha ya que a toda costa debería impedirse que ideas retrógradas y antidemocráticas pudieran tener cabida en ninguna de nuestras instituciones. Sería deseable que se tomara como ejemplo lo que significa un partido de extrema derecha en Alemania o Francia. En estos países tienen muy claro que hay que impedir a toda costa que la extrema derecha llegue a ocupar puestos de poder, de aquí que ni se le tenga en cuenta a la hora de pensar en posibles pactos. No tienen la menor duda de que cualquier opción de acuerdo político será siempre mejor que aupar al poder a esa extrema derecha. Recordar que en Alemania, antes que contar con ellos, se han llegado a conformar gobiernos entre la izquierda y la derecha.

Muy distinto es el planteamiento de negociaciones abierto en nuestro país, donde en algunos ayuntamientos y CCAA ya se ha dado entrada en los gobiernos a Vox, con lo que ello va a suponer de quebranto de las libertades para las sociedades afectadas. Aquí ni la izquierda ni la derecha son capaces de vislumbrar otra opción que no sea la de llegar a una mayoría absoluta que pueda tumbar al bloque rival. No estaría de más que ante la imposibilidad de alcanzar la mayoría que permita gobernar, antes que aceptar el apoyo de Vox, unos y otros pudieran dar un paso al lado y permitir que forme gobierno el partido más votado, sea de izquierdas o de derechas.

Desde que se conocieron los resultados de las elecciones en Baleares, la candidata del PP y vencedora en las mismas ha venido proclamando que solo negociará con el objetivo de formar gobierno en solitario, intentando restar importancia a la negociación que está teniendo lugar a nivel autonómico. Lo cierto es que el desastre ha empezado a consumarse ya que como primera consecuencia de este proceso en marcha, se ha nombrado como presidente del Parlament Balear a un diputado de Vox. Nunca una institución tan digna se ha visto más pisoteada. Además, si el PP persiste en su idea, en ningún caso podrá dejar al margen a Vox y atendiendo a los vaivenes que desde la sede de los Populares en Madrid se van produciendo acabará viéndose en numerosas ocasiones en manos de la extrema derecha.

Desde su propio partido no se está jugando a favor de dejar fuera del tablero de juego a Vox. El partido de Núñez Feijóo mantiene un criterio en un caso y el radicalmente opuesto en otro. Sirva como ejemplo de ello el último argumentario conocido y que gira en torno al porcentaje de votos obtenidos por el partido de extremaderecha a la hora de justificar el tipo de negociación admisible en cada caso. Según Núñez Feijóo y, por lo tanto según el PP, como en Valencia la extrema derecha logró el 12% de los votos es lógico que entre a formar parte del gobierno autonómico; en cambio como en Extremadura solo obtuvieron un 8%, en ese caso lo normal es que deban quedar fuera. Hasta este punto llega el simplismo y la ridiculez de los que hacen gala, por no saber afrontar como apartar a Vox, sin contrariar al sector más radical de su partido, encabezado por Díaz Ayuso.

La pregunta que queda en el aire es, ¿qué cabe esperar en nuestras islas, si el porcentaje de votos obtenido por Vox ha sido del 13,9%? Aplicando el criterio del presidente de su partido, Prohens deberá acabar arrodillándose y plegándose a las condiciones que Vox imponga.

De momento pasos firme hacia el abismo ya se han dado. La segunda autoridad de las Baleares, despues de la Presidencia del Govern ya está en manos de un personaje machista, racista, homófobo, negacionista de las vacunas del covid y negacionista del cambio climático.

Su primera propuesta como president del Parlament ha sido la de devolver al Estado diversas competencias de las que están cedidas a nuestra Comunidad Autónoma. Lo que nos espera.