Ha pasado un mes desde las elecciones y la izquierda en Baleares todavía no ha asumido el garrotazo que les ha dado la ciudadanía expulsándolos de todas las instituciones relevantes del archipiélago. No han entendido nada. Siguen sin hacer autocrítica e hiperventilando porque los ciudadanos han otorgado a VOX 8 escaños que permitirán investir a Marga Prohens como presidenta. Si no querían que la ‘ultraderecha’ entre en las instituciones, podrían haberse abstenido en la votación y haber dado lugar a otra aritmética parlamentaria. Pero el relato está por encima de la sensatez.

Lejos de dejar pasar los famosos 100 días de cortesía, la estrategia de la izquierda pasa ahora por la agresión verbal y el insulto. Ver como pierden todo poder les ha supuesto una indigestión que tiene como consecuencia que tan sólo sean capaces de regurgitar la bilis que tienen acumulada. Antes incluso de que Prohens y Llorenç Galmés sean investidos, ya les dedican lindezas como «Galmés es un mentiroso, no pinta nada» o a Prohens le dicen que «se le ha caído la vergüenza y la careta». Oigan, después del batacazo que se han dado deberían esconderse más e insultar menos. Los ciudadanos han sido quienes les han desahuciado, no el PP, ni Prohens, ni VOX. Sus votantes son los que les han mandado a la oposición tras 8 años de sectarismo, negligencia y nepotismo. Entiendo que las decenas de personas sin oficio ni beneficio que medraban como asesores y miembros de oficinas sin uso ni competencias estén molestas y asuman que deberán empezar a ganarse la vida sin el suculento alimento de la teta pública de la que han mamado hasta ahora. Pero si quieren mostrar un ápice de decencia y algún día volver a ser una opción de gobierno deberán bajar el tono y subir el nivel.