Teatro Pereira. | Daniel Espinosa

Creo que lo mejor para la ciudad de Eivissa sería bautizar el Teatro Pereira como Gran Teatro Rafa Ruiz. Desde luego, sería lo más justo. Sé que no me harán caso, como de costumbre, porque ya recomendé en enero que el Estadio de Can Misses pasase a ser Estadio Amadeo Salvo, que para eso era verdaderamente quien mandaba. Mi propuesta cayó en saco roto, como caerá también ahora, pero sería lo más adecuado. Si algún día se terminan las obras del Pereira, será gracias a que a Rafa Ruiz se le antojó dejar que se hicieran esos trabajos de rehabilitación y reforma. Es relativamente común que personas con poco sustrato democrático, que ejercen el poder, acaben haciéndolo de forma despótica y un tanto tiránica. Y es fácil que acaben usando a los agentes de la autoridad para su capricho, acosando a base de inspecciones, requerimientos y toda suerte de trabas. No es la primera vez que algo así sucede en Vila. Recuerdo que al poco tiempo de la dimisión de Alfonso Molina como teniente de alcalde por las informaciones publicadas por este periódico, cuando el SOIB reclamó al entonces concejal de Hacienda la devolución de 27.133 euros por una subvención cobrada en la que se detectaron irregularidades, el 15 de mayo de 2018, dos semanas después de la dimisión de Molina, se presentó en la sede del Grupo Prensa Pitiusa un equipo de atestados de la Policía Local, con órdenes de «instancias superiores» de denunciarnos, por no tener vado a la entrada del recinto. Estaba claro que se trataba de una represalia contra la empresa editora de Periódico de Ibiza y Formentera. Y es que así se las gastaba el prócer socialista, ahora apartado del poder por una ciudadanía harta de soportar a un político arrogante, soberbio e incapaz. Un incompetente que ha dejado Vila hecha unos zorros y que pretendía hacer lo mismo con el Pereira.