Tras sobrevivir a una campaña que ha pasado desapercibida, mañana estamos llamados a las urnas para decidir qué modelo de país queremos. Estos últimos 15 días han pasado sin pena ni gloria y sin que ningún partido haya conseguido alterar la tendencia de voto en la que coinciden todas las encuestas. Las estrategias han tendido más al statu quo que a causar un gran revulsivo que gire la tortilla a última hora. Tras una debacle electoral sin precedentes, la izquierda en las Pitiusas ha sabido unirse en la candidatura al Senado para intentar frustrar el intento de Miquel Jerez de mudarse del Congreso a la Corte vecina. Para ello han recurrido a un exconcejal del Pi, cuya carrera política parecía amortizada. A pesar de esta unidad, no parece que la izquierda haya sabido movilizar a su electorado,    que parece más decepcionado y cabizbajo que entusiasmado. Cinco años de gobierno con pocas soluciones y mucho maquillaje queman.

En el Congreso, un ibicenco (¡sorpresa!) lidera la candidatura del PP y muchas voces ya le señalan como ministrable. José Vicente Marí Boso es un hombre respetado tanto dentro como fuera del partido. No se mete en líos y es un profesional sensato y moderado, valores escasos en la clase política actual. Por su parte, Armengol abandona el barco varado del PSIB para garantizarse una oportunidad en la capital, dejando una oposición coja en Baleares. Se asegura 4 años de pasteleo en Madrid que le catapulten a su destino final: la Eurocámara. Su candidata ibicenca relegada al nº3 (Milena Herrera) no parece tener opciones de ser diputada, salvo una dimisión sorpresiva. Si el PP dobla al PSIB en escaños, Armengol debe convocar un congreso extraordinario que deje paso a un nuevo e incierto liderazgo. Mañana disparará su penúltima bala.