Empieza un nuevo curso político en Ibiza y con ello da comienzo el baile. PODEMOS no puede empezar peor. Con una representación institucional escuálida y la dimisión de Viviana de Sans, los podemitas afrontan este nuevo curso al borde del abismo del olvido al que suelen precipitarse todos los populismos. Sólo les queda sobreactuar, doctrina en la que se erigen como maestros indiscutibles. Esta es su última legislatura con representación institucional.

En una situación muy parecida se encuentran los socialistas. Tras derrumbarse, salir de todos los gobiernos municipales y obtener unos ridículos 3 consellers, Agustinet agota sus días como líder del PSOE para entregar la oposición a una Elena López que saltó a tiempo de Vila. Lo único que mantiene con vida (política) al josepí es que la línea de sucesión es muy difusa. Los perfiles de la actual dirección insular están completamente quemados. Deberán hacer un esfuerzo los ‘Costa’ para encontrar a una víctima que reflote su navío y le plante cara a un PP que saborea la gloria, pero mira de reojo. Ruiz, Ramón Roca o Antonio Lorenzo vienen de descalabros estrepitosos que les inhabilitan para liderar nada, mientras que en Sant Joan y Sant Josep el PSOE deambula descabezado.

Su única esperanza pasa por volver a ser un partido sensato que recupere un rumbo ideológico moderado, abandone la censura, salga de la sumisión a Mallorca y aporte algo más allá de los tradicionales mantras que repiten desde los 90’. Tiene algunos perfiles interesantes para virar de estrategia como Marco Antonio Guerrero o Simón Planells, aunque me temo que se acabarán inclinando por un líder mucho más dócil al que quemar. Su escasez de relevo generacional y credibilidad es un problema que les seguirá condenando en las urnas.