Cuando se puso en marcha la técnicamente denominada E-10, conocida popularmente como primer cinturón de ronda, supuso un importante avance urbanístico para el municipio de Eivissa. Con esa infraestructura se pacificaba considerablemente la situación del tráfico rodado en el casco urbano de Vila, ya que permitía el desplazamiento de los vehículos sin necesidad de utilizar las calles interiores del municipio.

La lógica expansión del núcleo urbano hizo que esa infraestructura, se acabara convirtiendo en un obstáculo que dificultaba el tránsito entre diversos barrios de Vila. Se acabo convirtiendo en una vía rápida en mitad del nuevo suelo urbano. Como fue perdiendo ese papel de vía rápida, se hizo necesaria la construcción de la E-10, o segundo cinturón de ronda.

Desde la construcción de ese segundo cinturón, se viene hablando de la posibilidad, o necesidad de reconvertir la E-10 en una avenida urbana más; con las mismas condiciones que tienen el resto de calles y avenidas del municipio. Con ello también se modificaría la titularidad de esa infraestructura, pasando del Consell al Ayuntamiento.

Pero dicho todo ello, lo cierto es que hace más de 20 años que se viene hablando de la citada reforma y del consecuente traspaso, sin que hasta ahora se haya producido cambio ninguno. Se trata de un proyecto con numerosos vaivenes, que nadie ha sido capaz de hacer realidad. Unas veces las diferencias de criterio político y otras por razones poco entendibles, ya que todas las administraciones implicadas eran del mismo color político; lo cierto es que hasta el día de hoy, todo sigue igual.

Si bien ahora parece que se carguen las tintas responsabilizando del impresentable retraso en la reforma, en las espaldas del que fuera el alcalde de Vila en la pasada legislatura, lo cierto es que por un motivo o por otro, todos han venido siendo responsables de que las cosas sigan como están.

Ya durante la reciente campaña electoral, los candidatos del PP al Consell y al Ayuntamiento, anunciaron estar dispuestos a iniciar la reforma si resultaban elegidos. Pero a pesar del considerable retraso en la ejecución de la citada reforma y contrariamente al criterio que desde los actuales gobernantes parece que se quiere aplicar; el verdadero problema no es tanto cuando se van a empezar las obras y, sí lo es qué tipo de reforma se quiere hacer.

Al PP parece que le han entrado las prisas ahora por iniciar las obras cuanto antes. Por otro lado se está acusando al ex alcalde Ruiz de provocar un nuevo retraso, al haber exigido en su último año de gobierno, la reforma del proyecto que con anterioridad su propio equipo había aprobado. Se le responsabiliza directamente a él de la paralización del proyecto, sin tener en cuenta todos los que en el Ayuntamiento y en el Consell, estuvieron gobernando años atrás y nada hicieron por la reforma efectiva.

Es cierto que en su último año el ex alcalde Ruiz exigió un importante cambio en el proyecto que estaba aprobado, para incorporar al mismo un aparcamiento subterráneo con capacidad para unos 1.500 vehículos. Pero contrariamente a lo que se afirma desde el PP actualmente, si bien es cierto que el alcalde socialista cometió un error garrafal, no fue precisamente el exigir el citado aparcamiento subterráneo; el gran error fue no haber exigido eso mismo muchos años antes, de hecho debería haberlo exigido ya en su primer año de gobierno y no esperar al último.

Sin duda la posibilidad de sacar 1.500 vehículos de un casco urbano colapsado, tanto en verano, como en invierno; habría permitido ayudar a una mejor regulación del tráfico en pleno centro del municipio y, posibilitar con ello la aplicación de un tipo de urbanismo más sostenible y humano.

Marí y Triguero han decidido iniciar cuanto antes las obras del proyecto que en su momento se aprobo de nueva avenida, sin el citado aparcamiento subterráneo. Sin ninguna duda este va a ser su gran error urbanístico de sus respectivos gobiernos del PP. En diversas ocasiones Triguero ha anunciado una próxima construcción de dos grandes aparcamientos en pleno centro urbano, sin especificar su ubicación. Es de primero de movilidad y urbanismo, que si habilitas una zona de aparcamiento en el centro, estás obligando a los vehículos a transitar por sus calles para acceder al mismo. Con ello poco se ayudará a resolver el caos circulatorio.

Si Ayuntamiento y Consell, acaban ejecutando el proyecto sin aparcamiento subterráneo, con toda seguridad se arrepentirán de tal decisión y lo que es peor, quienes van a pagar las consecuencias de las ansias, sin duda electoralistas, por adjudicarse una infraestructura nueva, serán los residentes en el municipio de Vila. Hay error por ambas partes, Ruiz se equivocó por la tardanza en reclamar el aparcamiento y Marí y Triguero lo hacen ahora, por las prisas en iniciar las obras sin el aparcamiento subterráneo. Tiempo al tiempo.