Hace unos días unos conocidos buscaban información sobre la profesora que les había tocado a sus hijos en el colegio «cotilleando» en sus redes sociales, después del rastreo cibernético la conclusión a la que llegaron es que era una persona muy «fiestera». Para hacer referencia a la sobreinformación que existe sobre una persona en internet se suele utilizar el término «Oversharing» que viene del inglés «over» (sobre) y «sharing» (compartir). Este concepto referencia la conducta de compartir, con poco control, todo lo que tiene que ver con nuestra vida en internet y redes sociales. Generando una sobreexposición de la información personal de todo tipo, algo especialmente peligroso y que cada vez es más frecuente.

Publicar en redes sociales información personal o tener una exposición alta puede implicar ciertos riesgos, no solo en aspectos relacionados con seguridad o el engaño, que son bastante habitual, sino también con la imagen parcial que uno ofrece de sí mismo. Así, algunas empresas de selección de personal revisan las redes sociales de sus candidatos para establecer el perfil de idoneidad con el puesto de trabajo.

Por otra parte, cuando la información que se comparte en internet y redes sociales corresponde a los hijos se utiliza el término Sharenting, que viene de combinar la palabra sharing (compartir) y parenting (crianza). En este caso son los propios padres y madres quienes empiezan a crear la huella digital de sus hijos publicando fotografías, vídeos, información personal, etc. desde muy corta edad, incluso antes de nacer, sin considerar los riesgos presentes y futuros a los que exponen a sus menores. Se estima que para el 2030 casi dos tercios de los casos de fraude de identidad que afectan a los niños de hoy serán el resultado del sharenting.

Entre los adultos y los niños, se encuentran los adolescentes, a nivel psicoevolutivo, debido al desarrollo de su red socioemocional, son más tendentes a compartir su información personal sin valorar las consecuencias y los riesgos que esto conlleva. Un estudio de un laboratorio de ciberseguridad reflejaba que un 61% de los adolescentes de 16 a 24 años ‘vuelcan’ sus datos personales en la red. Expresiones como «si no estás en redes sociales no eres nadie», «las redes sociales son nuestro espacio para comunicarnos» manifestadas habitualmente por los jóvenes, nos muestran la dependencia y la vulnerabilidad a la que pueden estar sometidos.

Tener control en la exposición de nuestra propia información personal, concienciar a los adolescentes sobre los riesgos de poner información en las redes sociales y defender la privacidad de los más pequeños son nuevos retos en este era digital.

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