Una de las grandes carencias que tiene nuestra isla respecto de las grandes ciudades es la variedad y calidad de la oferta cultural. Si bien hay honrosas excepciones muy puntuales, nuestra isla no es un referente en esta materia a pesar de tener artistas de mucho nivel que emigran a territorios con mayor arraigo y sensibilidad por la cultura.
Vila, por ubicación, densidad demográfica y presupuesto cumple con los requisitos idóneos para convertirse en un referente cultural que acoja una programación que haga honor a ese status de capital. El invierno es la época ideal para que la isla renazca de las cenizas (o más bien el polvo) del verano y brinde la oportunidad de enriquecer la mente con el ocio, tras haberla saturado con el negocio.
La isla necesita un espacio en el que poder acoger un concierto de música clásica con una sonoridad aceptable o un teatro apto para la interpretación y la danza. Si nos limitamos a eventos esporádicos orientados al turista estamos condenados a sufrir un invierno aturdidos por la resaca estival. Cuando hay un evento a la altura la isla responde, prueba de que tenemos sed de cultura. La formación amateur es un canal de captación de jóvenes para muchas disciplinas que también hay que potenciar y así formar un engranaje y un apego que con el tiempo se convierta en costumbre.
Por su trayectoria y su implicación, la actual regidora de cultura de Vila, Carmen Domínguez, es la esperanza de muchos artistas y espectadores. No hay evento en el que no esté aplaudiendo, ni espectáculo que no apoye. Con su particular cercanía, sin caer en el snobismo y su predisposición a encontrar soluciones en lugar de entretenerse en el dilema, Domínguez tiene el reto de transformar Vila en un referente cultural que alimente a toda la isla.
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