Parlament de las Islas Baleares. | Isaac Buj - Europa Press

La legislatura había empezado con una actividad frenética por parte del Govern, dando cumplimiento a sus principales promesas. Prohens sonreía, la oposición estaba desnortada y los diferentes agentes sociales se mostraban satisfechos con los avances conseguidos. Todo ello hasta que VOX volviera a demostrar que su sitio es la barra del bar y que las instituciones les vienen grandes.

La formación en la que Patricia de las Heras tiene un papel residual a pesar de figurar como presidenta, ha vuelto a escenificar otra de sus habituales bravuconadas impidiendo la aprobación del techo de gasto del Govern para 2024. Sus razones no tienen que ver con la gestión pública o el interés general, sino que se limitan a exigir otra de sus medidas reaccionarias consistentes en destartalar el sistema educativo. No tienen fundamento pedagógico o lingüístico, sino que sus exigencias tan sólo supuran odio nacionalista e intolerancia. Les molesta el Estatut, nuestra lengua propia e incluso la autonomía. Los diputados de VOX son simples marionetas que obran bajo las directrices de Madrid. Necesitan que vengan de la península a imponerles el criterio que deben seguir aquí. Este es el nivel.

Su discurso airado e inconsistente y su burdo teatro son ejemplos de la degradación política de nuestro parlamentarismo, más entretenido en torpedearse, que de focalizarse en las inversiones que necesita esta Comunidad.

La abstención del PP ante la inconsistente propuesta de la libre elección de lengua, no será óbice para que acaben cediendo y sometiéndose a los delirios de la ultraderecha, a pesar de que incluso al menos dos diputados de VOX estuvieran dispuestos a aprobar su techo de gasto. El Govern se juega su credibilidad y no debe bajar al barro político del que VOX nunca ha salido.