El secretario de Organización del Partido Socialista, Santos Cerdán y el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, reciben a la portavoz de EH Bildu en el Congreso de los Diputados, Mertxe Aizpurua y al senador de EH Bildu Gorka Elejabarrieta. | Europa Press - Eduardo Parra

Recuerdo que cuando se produjeron los acontecimientos del referéndum ilegal del 1º de octubre de 2017, que era domingo, decidí salir de viaje. A Menorca, concretamente. Sin acceso habitual a los medios de comunicación y decidido a no consultar las redes sociales, aquellos días de infamia fueron sorteados con la alienación, con la ignorancia deliberada de lo que sucedía. Ya ven, un periodista que por su bienestar y por su tranquilidad de ánimo, opta por no saber lo que sucede a su alrededor. Me ahorré las escenas de gente yendo a votar en una consulta de independencia ilegal y sin ningún valor; una farsa, una estafa y también una ignominia.

También me ahorré las imágenes de la Policía intentando evitar aquella votación con el uso de la fuerza en los distintos centros de votación. Las declaraciones de unos y otros, los alcaldes independentistas catalanes sujetando sus garrochas, gritando «¡in, inde, independencia!», me resultaban insoportables. Ahora me sucede lo mismo. Ver a Pedro Sánchez hacerse la foto con representantes de EH Bildu, al número tres del PSOE reunirse con Carles Puigdemont, un cobarde que se largó de España escondido en el maletero de un coche, que si hoy mismo volviese sería detenido inmediatamente y presentado ante un juez del Tribunal Supremo. Oír líder del PSOE proclamar ante el Comité Federal que defiende la amnistía, que es justamente lo que exigen los causantes de todo aquel fenomenal lío para seguir mangoneando y robando hasta que se les dé definitivamente lo que quieren, que es la independencia. Y finalmente, lo de ayer, el ministro Bolaños firmando con el indultado líder de ERC, Oriol Junqueras, un acuerdo para la investidura de Sánchez. Todo esto es superior a mi capacidad de sucumbir a la náusea. Y para mi desgracia, ahora no puedo irme de viaje y desaparecer.