No seré yo el que critique cualquier evento que tenga que ver con el deporte. Y menos si está bien organizado y sirve para promocionar un tipo de turismo sano y ecológico alejado de los excesos de la fiesta que tantos quebraderos de cabeza dan a la marca Ibiza cuando se la nombra. Y por supuesto si lo que se busca es transmitir valores entre los jóvenes. Sin embargo, ojo, que como dice el dicho, teta y sopa no caben en la boca.
Este viernes por la mañana la sede del Consell d’Eivissa en la avenida de España de la ciudad de Vila sirvió de escenario para presentar la línea de actuación que seguirá la máxima institución insular para promocionarse durante la World Travel Market que se celebrará lunes, martes y miércoles en Londres. Allí, en la capital inglesa, aprovechando que el mercado británico es el más importante para nuestro turismo, Vicent Marí y su equipo venderán las bondades de nuestra isla como destino idílico para hacer deporte aprovechando todo lo mucho que ofrece y convertir a Ibiza en un referente a nivel mundial del deporte aunque desgraciadamente buena parte de los habitantes de la Gran Bretaña que nos visitan no parece que lo hagan atraídos por las posibilidades de recorrer la isla en bicicleta o corriendo o por ver un partido de nuestros principales clubes deportivos y si más bien por unos precios en la bebidas alcohólicas mucho más baratos que en sus ciudades de origen. Y llámenme ingenuo pero me da la sensación que la mayoría de ellos nunca habrá oído hablar de lo mucho que podemos ofrecer como destino para el triatlón, el ciclismo, el fútbol, el balonmano o el baloncesto y sí del West End de Sant Antoni, de las principales discotecas de la isla y de que aquí vale prácticamente todo gracias a la impunidad que sienten.
Por ello aunque me pueda parecer buena idea esto de vendernos como un lugar perfecto para practicar cualquier deporte, sin olvidar por supuesto el Tir amb bassetja y que es el más ibicenco de todos, creo humildemente que los técnicos y principales cargos del Consell d’Eivissa tienen un gran trabajo por delante. Un trabajo que, por cierto, no solo se ha de limitar a convencer a los operadores turísticos que acuden a Londres llegados de todo el mundo sino también a la gente de a pie que vive en la isla todo el año. Explicarles y hacer pedagogía con ellos para que entiendan que esto de la desestacionalización del turismo es positivo, que no siempre ganan los mismos y que puede ser maravilloso para todos que cuando por fin llega la tranquilidad, lejos de los excesos de la temporada, y cuando parece que por fin se puede disfrutar de la isla sin estar invadida, ésta se va a volver a llenar de gente, se van a volver a colapsar las carreteras y todo volverá a ser un sin dios de no te menees.
Porque no nos engañemos, la mayor parte de las pruebas deportivas que no se celebran dentro de un estadio, un pabellón, un hipódromo o similar y que estén debidamente acotadas suponen un merdé por más que te lo quieran vender de todo lo contrario. A nadie le gusta que le trastoquen su tranquilidad, que le corten carreteras, que le rompan su rutina y que no pueda pasar por donde está acostumbrado después de muchos meses aguantando de todo. Y si es una vez no pasa nada, se lleva con el estoicismo que han decidido aplicar a su día a día los residentes en la isla cuando llega la temporada estival, pero si eso se convierte en rutina, fin de semana sí y fin de semana también y se traslada a los meses donde se supone que se puede vivir más calmado, disfrutando de la Ibiza de la que ya prácticamente nada queda, puede acabar por colmar, una vez más, la paciencia de muchos.
No soy un experto y por eso prefiero no meterme en jardines ni hablar de cifras económicas o del famoso retorno que se produce cuando se organiza un evento de este tipo. A todos nos encanta ver a Miguel Indurain, Alberto Contador o Alejandro Valverde por nuestras carreteras y ver a Ibiza convertida en la capital del ciclismo por unos días pero no que esto se convierta en habitual porque, nos guste o no, no estamos preparados para ello. No tenemos las infraestructuras necesarias para acoger durante más meses a más gente porque nuestras carreteras son las que son y tenemos los kilómetros que tenemos de isla y porque una vez más no es necesario seguir engordando la gallina de los huevos de oro. O, como diría el Labi Champion, seguir engordando una vaca que ya no puede seguir dando más leche.
Entiendo y respeto que el turismo sea el principal sino el único motor que mueve la isla de Ibiza pero por una vez más tenemos que pensar que no todo vale, que la ambición es muy mala consejera y que al final el que mucho abarca poco aprieta. Y que no estaría de más pensar en que esta isla necesita descansar, respirar con tranquilidad, y volver a sus orígenes, lejos de todos aquellos que la quieren seguir explotando sin reparar en que puede llegar un momento en que esto reviente para siempre. Porque, señores, lo podemos camuflar de deporte o de fiesta, pero al final todo se resume a lo mismo, ganar mucho dinero y volver a tener la isla repleta durante el mayor número de meses posible sin dejar respirar al residente que cada vez ve más complicado seguir disfrutando de la Ibiza que añoraba y que, poco a poco, le acaba echando para siempre.