Puede corromperse la democracia española y ver sus libertades violadas como la hermosa Venezuela? Tal debate flotaba cual inquietante flecha empapada de curare en Es Nàutic, abarrotado por la heterogénea fauna pitiusa en la presentación de Nos quieren muertos, del escritor y navegante Javier Moro.
Pero también había un sentimiento de admiración al ver a Lilian Tintori y Leopoldo López relatando su heroica resistencia al tirano del chándal. Los querían bien muertos, desde luego, o al menos calladitos, sumisos, amedrentados; pero ni siquiera todo el poder de un régimen podrido, con sus legiones de fanáticos o mercenarios, abyectas injusticias, encarcelamientos, amenazas, torturas, difamaciones… ha podido doblegar el espíritu de una pareja que permanece radiante.
Emociona comprobar cómo Lilian y Leopoldo se expresan sin rencor y mantienen viva la esperanza. Creen que la libertad regresará a Venezuela como millones de venezolanos exiliados desean volver a su tierra caliente. Atraen la atención internacional para que la justicia prevalezca ante prostitutos intereses; y alertan sobre la fragilidad de la democracia, que exige estar despiertos y luchar por ella.
Avisa Lilian que las primeras señales de peligro son los ataques a la independencia judicial y a la libertad de expresión. ¿Nos suena de algo en medio de la siesta ibérica? Esto de un gobierno socialista-comunista-nacionalista bajo la presidencia de un mentiroso patológico, Repelús Sánchez, es preocupante. Ante los gravísimos «cambios de opinión», pactos vergonzantes, hoja de ruta marcada por criminales y la evidente deriva totalitaria, la sociedad española debe permanece alerta.
Por cierto que a veces en sus paseos madrileños, Lilian y Leopoldo se topan con beneficiarios de las maletas de Delcy, esos mismos que los querían muertos. Los verdugos, lacayos putrefactos, bajan la mirada. Lilian y Leopoldo permanecen radiantes.