Consell de Formentera, imagen de archivo

La situación a la que el nuevo equipo de gobierno del Consell de Formentera ha llevado a la institución es uno de los ridículos más espantosos vistos en política en las últimas décadas.
El esperado y necesario cambio en el gobierno local de la isla, tomó forma el pasado 28 de mayo, cuando los ciudadanos otorgaron confianza ciega a la coalición de Sa Unió, votando de forma masiva su propuesta, hasta conseguir la mayoría absoluta con la que poder retirar a sus rivales del poder de la isla.

Inevitablemente llegó el momento de trabajar y de aplicar las esperadas políticas de cambio y la primera en la frente: La repetida herencia de la caja vacía y por tanto no hay dinero para nada. Poco después se anuncia la subida del IBI, las basuras y el agua, en contra de lo que anunciaron en campaña. En poco o en nada se han notado los cambios prometidos, pero los ciudadanos han tenido paciencia y han dejado que el nuevo equipo tomara asiento y tuviese clara la fotografía real de la institución.

Pero pasados apenas 5 meses llega una crisis provocada por comunicados poco claros entre el presidente y los miembros de su propio equipo con acusaciones públicas de intereses personales. No me corresponde a mi juzgar que parte tiene razón, teniendo en cuenta que faltan pruebas que algún día aparecerán, o no. Pero la realidad es que los ciudadanos están avergonzados e indignados por una institución que actualmente está totalmente parada y con retos enormes que solucionar de manera inminente. No hay proyecto de presupuesto para 2024, eso impide, por ejemplo, asumir el incremento de sueldo de los casi 500 trabajadores del Consell, así como la prometida aplicación del 70% de la carrera profesional, de estos. Pero son muchos más los cambios esperados y que ahora está absolutamente congelados, por una crisis, que no nos engañemos, no se va a solucionar antes de fin de año. Feliz 2024.