He ahí la maldición bíblica del colectivo médico. Emilio Sánchez es cirujano general. Trabaja en el Hospital de Manacor desde hace 15 años. Nació en un pueblecito de Soria, que todavía existe, y el camino hasta llegar hasta ahí ha sido largo y trabajoso. Primero tuvo que sacar un expediente impecable y hacer una selectividad de 10 para poder optar a entrar a estudiar Medicina. Después, vinieron seis largos años en la Facultad de Medicina de Sevilla. Dos años más de preparación para el MIR en Oviedo para conseguir la plaza a la que aspiraba. Después, otros cinco años de especialidad en Madrid y, por fin, obtuvo el ansiado título de especialista. Estuvo tres años años haciendo guardias aquí y allá hasta que pudo obtener una plaza como interino en Palma. Hace cinco años logró obtener una plaza fija tras una oposición muy reñida. Ahora ya forma parte de la plantilla del servicio de Cirugía. Esta noche, Emilio estaba de guardia localizada. A las dos de la madrugada recibió una llamada a su móvil desde el hospital. Había ocurrido un accidente de tráfico múltiple y uno de los ocupantes había sufrido un traumatismo cráneo encefálico grave y debía ser intervenido de urgencia. A las 02.30 horas ya estaba en el hospital y a las 03.00 horas iniciaban la intervención. Durante cinco largas horas, el paciente, un joven de 25 años, se debatió entre la vida y la muerte, lograron estabilizarlo y solucionar el grave problema. Ahora está ingresado en la UCI. Por el trabajo realizado, Juan apenas percibirá 50 euros en la próxima nómina. Emilio está muy cansado, casi agotado, pero aún no ha finalizado su jornada laboral. Se ducha, se toma un café rápido y se incorpora a la sesión clínica de las 08.30 horas. Además, a las 09.30 horas en su agenda figuran 20 pacientes que deberá atender en consultas hasta las 14:30 horas que atenderá el último paciente. Sale a las 15.00 horas del hospital extenuado, pero ya sabía que aunque lo llamasen por la noche, no tendría libre al día siguiente. Él ya sabía que las guardias localizadas no generan una libranza. Increíble pero cierto. Alguno pensará: pues que deje de hacer guardias. Pero no puede. La realización de las guardias es obligatoria hasta los 55 años.

Juana Tur nació en Ibiza. Desde que inició el BUP ya sabía que quería estudiar Medicina y no se desvió del camino. Trabajó duró para conseguir entrar en la facultad de Girona donde pasó seis años de su juventud. Después, como ya sabía, otros dos años de preparación para el MIR y consiguió su objetivo: obtener plaza de Medicina de Familia en Baleares. Otros cuatro años de especialidad y así a los 30 años ya podía ejercer como médico en España. Durante esos cuatro años como médico Residente su sueldo mensual osciló entre 1.200 euros y 1.500 euros. Afortunadamente, durante ese periodo convivió en la casa de sus padres, lo que le permitió llegar a fin de mes sin ayudas económicas. Tras acabar la especialidad, dudó entre ir a trabajar en un centro de salud o decantarse por las Urgencias y se decidió a probar durante un tiempo en el servicio de Urgencias del Hospital Can Misses. Trabaja ahí desde hace 10 años en una actividad muy exigente y que dificulta la conciliación de la vida familiar y profesional. En la actualidad está casada y es madre de dos hijos menores. Cati hace seis guardias al mes y, además, trabaja durante las mañanas y alguna tarde en el servicio. Después de cada guardia, tiene el día siguiente libre (es un decir ya que tiene que atender a sus hijos) tras un duro día de trabajo de 24 horas en el que la mayoría de las veces apenas ha podido descansar un par de horas. Y sabe que al día siguiente deberá volver. A ella le pagan más que a Juan, el doble por la hora de guardia, ya que sus guardias son de presencia física. Cobrará, tras la retención del IRPF unos 18 euros por hora de trabajo, ya sea de día o de noche y 20 euros si es un sábado, un domingo o un festivo. En ocasiones, apenas le sale a cuenta ya que si tiene que contratar una canguro si coincide con el trabajo de su marido, apenas le quedará nada. Tampoco estaría exenta de hacer guardias, que recordemos, son obligatorias. Pero aunque estuviera exenta, no podría. Lamentablemente, los sueldos de los médicos en España están a la cola de los sueldos de la mayoría de los países europeos. Y las guardias llegan a constituir el 50% del sueldo de un médico.

Mucho ha cambiado con los años el concepto de las guardias. Fueron diseñadas y definidas como ‘expectativa de trabajo’, cuando en la actualidad son un ‘trabajo a destajo’. Sin descanso. Además, ese tiempo de trabajo extra, -que en ningún caso se paga como hora extraordinaria- tampoco computa a efectos de jubilación como sí ocurre en otras profesiones. Tampoco se aplica un régimen fiscal diferenciado a las guardias, por lo que a la hora de realizar la declaración de Hacienda, al ser progresiva la retención según los distintos tramos, penaliza de forma importante y se aplica una segunda retención. Llegados a este punto debemos reflexionar si debemos continuar o no con este régimen de guardias o cambiar de modelo. En la mayoría de los países europeos no se permiten períodos de guardias tan prolongados y habitualmente se realizan guardias de 12 horas. Si fuese tan fácil, sólo sería necesario aplicarlas pero para conseguirlo se deberían duplicar las plantillas actuales de médicos. Otra cuestión importante es que según la normativa europea no se puede obligar a ningún trabajador a desarrollar una actividad laboral de más de 48 horas semanales. Para eso sería necesario una vez más duplicar las plantillas actuales o se dejaría de prestar asistencia en muchos servicios. Y, en tercer lugar, si se aplicaran las medidas anteriores se produciría una importantísima merma en las condiciones económicas de los médicos de España. ¿Qué podría ocurrir si se impusieran las propuestas anteriores sin una planificación y estudio suficientes? Simplemente se agravaría el éxodo actual de médicos que huyen al extranjero en búsqueda de mejores condiciones laborales y económicas. Un médico en Alemania, Francia, Bélgica, Suecia, por poner sólo unos ejemplos, tiene un salario que duplica e incluso triplica el sueldo de un médico en España. Sin contar las guardias. Y no hablemos ya de los descansos tras las guardias o jornadas. Y cada año se van 5.000 médicos de España. Y en los próximos 10 años se van a jubilar más de 80.000 médicos sin relevo suficiente. Creemos que ha llegado el momento de realizar una reflexión profunda. Es necesaria casi diría de guardias médicas y sus descansos obligatorios y unas retribuciones acordes con una actividad laboral de tanta complejidad y responsabilidad. Simebal va a poner encima de la mesa de negociación el tema de las guardias de 24 horas, que son depredadoras para la salud laboral del médico, aumentando la vulnerabilidad psicosomática así como la carga alostática y que es un torpedo a la línea de flotación de la conciliación de la vida laboral y familiar. El cerebro es como la ‘tarjeta visa’: puede entrar en números rojos y no cabe duda de que las guardias médicas, entre 4 y 5 años a lo largo de la vida de un profesional, son el factor más importante para desestabilizar el cableado químico eléctrico que el grano que tenemos entre los hombros. De no hacerlo pronto y bien, mañana será demasiado tarde. El que avisa no es traidor. Ya saben, en derrota transitoria pero nunca en doma.