Menores tuteladas, noches de copas en el Hat Bar durante el confinamiento, decretos urbanísticos a oscuras y ahora la sombra de la corrupción con mordidas por la compra de mascarillas fake. Armengol se reivindica como Miss Escándalo y pone muy difícil su continuidad como tercera autoridad del Estado. La mallorquina se ha escondido tras el velo del silencio y tan sólo ha asomado la cabeza para intentar responsabilizar a Prohens de las consecuencias de los 3.7 millones de euros que dio el Govern Balear de Armengol a la trama por la que fue detenido Koldo y por la que el exministro Ábalos se ha refugiado en el grupo mixto. Este burdo intento de girar la tortilla no es más que otra prueba de su debilidad, su escasez de escrúpulos y su desesperación.
La expresidenta compró con dinero público mascarillas inservibles a precio de oro. Es decir, aceptó material sanitario defectuoso, poniendo en riesgo la vida de quienes lo usaban. Tal es el escándalo, que intentó justificar ante la Unión Europea su utilidad para financiarlas con fondos europeos, una presunta estafa que ya investiga la fiscalía europea y que podría dejar fuera de juego a Armengol. Su gobierno emitió un informe en el que aseguraba que las mascarillas se habían suministrado de manera satisfactoria, a pesar de saber desde hace meses que eran defectuosas. Estos intentos para garantizar el cobro y proteger a la trama Koldo podrían adelantar de manera abrupta el fin de la carrera política de la todavía presienta de la cámara baja.
El PSOE vive un annus horribilis tras perder prácticamente todo el poder autonómico y municipal; y aguantar el gobierno del país cuya estabilidad pende de un hilo que sostiene Puigdemont. Ahora se suma este escándalo del que todavía faltan capítulos por leer.