Francina Armengol compareció por segunda vez tras estallar la crisis de las mascarillas (la primera vez simplemente dijo que estaba indignadísima con la trama, muy asqueada) y realmente su aparición fue decepcionante. La pregunta clave dejó de contestarla y se limitó a buscar responsables que no aparecen en los informes de la Guardia Civil y tampoco en el auto del juez que instruye el conocido ya como el ‘caso Koldo’, el famoso guardaespaldas de Abalos que fue fichado tras ser portero de un prostíbulo.
Armengol tendría que haber explicado quién le pidió que fuese contratada una empresa de Zaragoza con ninguna experiencia en material sanitario y los motivos por los cuales se guardó el material defectuoso durante más de tres años.
Pero la expresidenta balear sigue mintiendo al afirmar que al Govern no se le investiga por el ‘caso mascarillas’. A no ser que la Fiscalía Europea se dedique a hacer poemas en lugar de aclarar cómo se ha utilizado el dinero europeo, me temo que al Govern de Armengol sí se le está investigando y por varios delitos. Intentar cambiar el relato es simplemente tomar a los ciudadanos por tontos. Otra cosa diferente es que nadie haya sido imputado, que realmente es un trámite que aún no ha llegado, pero sí se investiga al Govern de Armengol por pagar 3,7 millones de fondos europeos a una trama corrupta que aprovechó la pandemia, mientras morían cada día mil personas en España, para forrarse con material defectuoso.
Sorprende también que Armengol diga que los trámites de la compra de las mascarillas a Koldo y sus amigos es un tema de los funcionarios, que ella no estaba en el proceso, que no conocía detalles concretos de los pagos. Lamentablemente para Armengol, esta excusa no sirve ante los jueces. Si tiene oportunidad la presidenta del Congreso de los Diputados puede preguntar a Jaume Matas, expresidente del Govern, o incluso al ibicenco Josep Juan Cardona, que estuvo una larga temporada en prisión, si sirvió de algo alegar que muchos de los hechos delictivos que imputaron a ambos precedieron a trámites favorables por técnicos y funcionarios. Ese argumento es inútil.
Por otro lado, y es algo que Armengol no dijo, el propio exministro José Luis Ábalos dijo que el Govern balear fue timado por la trama de Koldo. A diferencia de otras comunidades, el Ejecutivo de Armengol no solo compró material defectuoso sino que no lo devolvió inmediatamente después de recibirlo cuando los técnicos, aquellos que lo sabían todo y tramitaban el pedido, dijeron que las mascarillas no servían para los sanitarios.
Si el relato de defensa que utilizan Armengol y Negueruela resulta de lo más inconsistente, mucho más cutre es intentar responsabilizar de la trama al dirigente popular Miguel Tellado, que aparece en los documentos de la investigación. Lo que no dicen Armengol y el portavoz socialista es que la Guardia Civil confirmó que Tellado no tuvo ninguna reunión con los máximos responsables de la supuesta trama corrupta del PSOE. Y luego la culpa es de ‘Alberto’, como si en España solo Núñez Feijóo se llamase Alberto. Realmente de película de ciencia ficción.
Armengol sabe perfectamente que este asunto acaba de empezar, que faltan por conocer muchos datos, los detalles de las posibles llamadas entre la expresidenta y Abalos para comprar las mascarillas de Koldo, que es lo más probable que se destape en días o semanas, pero lo que sí ha quedado meridianamente claro es que, al margen de si hay delito o no, los responsables del Govern fueron unos auténticos incompetentes y que su gestión resultó muy cara para los ciudadanos de Balears. Solo por eso quizás convendría meditar si vale la pena seguir en el cargo, pero lo que está claro, a la espera de lo que ocurra en el futuro, es que la carrera política de Armengol está acabada. Podrá aguantar lo que resta de legislatura en el Congreso, pero se acabó. Los dirigentes socialistas (muchos de ellos han dejado de apoyar en las redes a Armengol o lo hacen tímidamente) harían bien en pensar en futuros sustitutos. Y de paso que piensen en las personas que pueden sustituir a ‘Agustinet’ y Ruiz en Ibiza, que se han merecido unas largas vacaciones tras sus fracasos electorales.