Después de un cierto tiempo con la polémica aparcada, Baleària ha decidido recuperar la polémica sobre la reactivación del tráfico comercial en el puerto de Sant Antoni. Para ello ha solicitado a Ports de les Illes Balears del Govern, la posibilidad de volver a atracar en el citado puerto, para reimplantar una línea que conecte Eivissa con la península, más concretamente Sant Antoni con Dénia a partir del próximo 14 de junio.
Actualmente, si bien este puerto no está cerrado al tráfico comercial, lo cierto es que la limitación existente en cuanto a la eslora de los barcos a la hora de poder operar en el mismo y que se establece en 65 metros, hace que ninguna naviera este interesada en prestar ese servicio. Ahora Baleària ha solicitado operar esta línea con una nave de 86 metros de eslora y por lo tanto muy por encima de la autorizada para ello.
La oposición a la recuperación del tráfico comercial, por parte de comerciantes, hoteleros de la zona y vecinos del municipio, no parece que haya hecho mella en la voluntad de la naviera a la hora de valorar su solicitud. Por el contrario, el presidente de la misma mantiene su intención y ofrece diversos argumentos, con los que pretende justificar su propuesta.
Dice el presidente de Baleària que la movilidad de las personas en un «derecho fundamental» y que ello debería primar a la hora de permitir el uso de lo que denomina como infraestructura «esencial». Afirma también que el puerto de Vila está saturado y que con su propuesta se podría descongestionar. Incidiendo en las bondades de recuperar esa línea, expone las ventajas del transporte marítimo sobre el aéreo y la proximidad de este puerto con la península, como argumentos de sostenibilidad. Todas estas justificaciones para la reimplantación de la línea, pueden ser fácilmente contrarrestadas y caen como un castillo de naipes.
Vamos por partes, empezando con el tema del derecho a la movilidad personal, el mismo en ningún momento se ve ni tan siquiera amenazado o en peligro, por el hecho de que el punto de atraque de los navíos sea Vila o Sant Antoni; los pasajeros que quieran venir a Eivissa, pueden seguir haciéndolo independientemente de en qué puerto vayan a desembarcar.
El argumento de la saturación del puerto de Vila, también es peregrino y fácilmente rebatible. Según defiende el presidente de la naviera este puerto está saturado debido a las embarcaciones privadas y los cruceros. En primer lugar, las embarcaciones privadas de recreo, en ningún caso hacen uso de los muelles comerciales destinados al tráfico de pasajeros o de mercancías, ya que hay una ingente cantidad de puntos de amarre para los mismos; por lo tanto convendría no confundir intencionadamente a los ciudadanos. Por otro lado, el tema recurrente del elevado número de cruceros que recalan durante la temporada estival en el puerto de Eivissa, tampoco puede utilizarse como argumento válido para justificar la reapertura al tráfico comercial del de Sant Antoni. Recuperando el tema de la movilidad como derecho, para los residentes en una isla la posibilidad de salir o entrar de la misma con absoluta libertad para cubrir las innumerables necesidades que puedan surgir, está muy por delante de los puros viajes de asueto y placer. Por lo tanto debería quedar muy claro que la prioridad en el uso del puerto comercial es para este tipo de tráfico y que los cruceros pueden seguir atracando también, bastando para ello hacer una correcta y adecuada programación en la llegada y estancia de los mismos en el puerto.
Y qué decir de los beneficios medioambientales de la línea propuesta. La cercanía de Sant Antoni a la península, es más que evidente, pero lo cierto es que la misma no supone un significativo ahorro por media hora más de trayecto. Esta preocupación de la naviera por el cambio climático, no parece haber existido a la hora de valorar las consecuencias que para la bahía de Portmany tiene la operativa de un barco de 86 metros de eslora y en concreto para las praderas de posidonia, cuando todos sabemos de la enorme importancia de dichas praderas en cuanto a la sostenibilidad de nuestros mares.
Nuevamente se intenta confundir a la gente, disfrazando un simple ahorro económico para la empresa en cuanto al gasto de combustible, haciéndolo pasar por una medida de sostenibilidad medioambiental; aparcando intencionadamente las negativas consecuencias desde un punto de vista puramente sostenible que se provoca en la bahía.
Tampoco parece interesar valorar otros aspectos negativos que sin duda supondría la recuperación del tráfico comercial en el puerto de Sant Antoni, como pueden ser los problemas que ello provocaría de nuevo en el tráfico rodado y peatonal de toda la zona aledaña al puerto. Zona especialmente sensible ya que es eminentemente turística.
Esperemos que las autoridades no cometan el error de pensar solo en los posibles ingresos económicos y se centren en la voluntad de ciudadanos, comerciantes y hoteleros del municipio.
La sostenibilidad mal entendida
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