Se consumó el desastre: finalmente el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Baleares se ha decantado por la propuesta de la empresa Puertos y Litorales Sostenibles SL para la gestión de las instalaciones portuarias que hasta la fecha y durante 99 años ha venido gestionando el Club Náutico Ibiza.

Tal decisión supone un tremendo golpe a lo que cabía entender como gestión de una marina social en nuestra isla. Se trata de la desaparición del último reducto de actividad social en el puerto de Ibiza, un espacio portuario que en líneas generales viene marcado por una destacadísima prioridad por la obtención de un rendimiento económico, desplazando cualquier otro concepto o consideración que pudiera tenerse en cuenta.

A partir de ahora, el criterio económico y comercial es el único que regirá el desarrollo de toda la actividad que tiene lugar en nuestro puerto. Desde el Gobierno del Estado, titular y responsable del principal espacio portuario de nuestra isla y, por tanto, de su gestión, solo se tiene en cuenta la obtención del mayor beneficio económico para dicha administración, quedando aparcada y relegada cualquier otra consideración, incluida la social.

Con el Club Náutico Ibiza, una entidad que el próximo año 2025 cumplía los 100 de existencia, relegado en la gestión de las instalaciones que ha venido ocupando desde su creación, la sociedad ibicenca en general y muy especialmente el municipio de Vila pierden un referente fundamental de la vinculación de nuestra sociedad al mar, independientemente de que se tuviera o no una embarcación con la que salir a navegar.

Mucho se ha venido hablando y se ha escrito en estos últimos años sobre el significado que para muchas generaciones de ibicencos e ibicencas ha tenido el Club Náutico, pero ahora mismo todos esos felices recuerdos acaban viéndose enfangados por una fría decisión administrativa. De nada han servido las reiteradas quejas del conjunto de nuestra sociedad, los posicionamientos a favor de la continuidad del Club Náutico por parte de todas y cada una de las administraciones locales, insulares y autonómicas. Todos los partidos políticos de nuestra isla, tanto si estaban gobernando como si estaban en la oposición, también se han mostrado siempre a favor de la continuidad del Club Náutico. Pero lo cierto es que de nada ha servido todo ello llegada la hora de la verdad.

Ahora que todos los temores se han hecho realidad, todos expresan su disgusto y su tristeza por el desenlace de lo ocurrido. Lo cierto es que no se trata de un problema reciente, no es una posibilidad que haya empezado a vislumbrarse hace un año ni dos. Hace ya más de 10 años que la posible pérdida de la gestión de sus instalaciones por parte del Club Náutico Ibiza venía sobrevolando las cabezas de los responsables de esta entidad y las de todos sus socios de toda la vida.

Desde entonces se viene diciendo que el Club Náutico no puede desaparecer. Todos y cada uno de los políticos de la isla venían diciendo que había que hacer lo que fuera necesario para que la actividad social que venía desarrollándose desde 1925 pudiera continuar, pero lo cierto es que todo ha salido mal. Todos los políticos en activo han expresado su disgusto por la decisión de la Autoridad Portuaria de Baleares. Incluso algunos ha descrito lo ocurrido como un fracaso social.

¿Fracaso social? En ningún caso. Es a todas luces un clarísimo fracaso político. La decisión adoptada por la Autoridad Portuaria no es más que el resultado de la incapacidad de los políticos de todos los colores, de derechas o de izquierdas. Todos sin excepción. Son todos ellos quienes han sido incapaces de convencer durante todos estos años a los compañeros de Madrid de la necesidad de adoptar la única medida que podía permitir mantener la actividad de una marina social como es la del Club Náutico Ibiza.

La única alternativa real para garantizar la continuidad del Náutico Ibiza pasaba por modificar la normativa legal que rige toda la actividad de los puertos del Estado y más concretamente lo que se refiere a los concursos para la gestión de instalaciones marítimas sociales como la del Club Náutico Ibiza.

Mientras los clubs náuticos, abanderados de una labor social desligada de la necesidad de la obtención de grandes beneficios económicos, tengan que seguir compitiendo en los concursos públicos con empresas de sobrados recursos económicos, cuyo único objetivo es la obtención de beneficios en su cuenta de resultados, los modestos jamás podrán concurrir en igualdad de condiciones. Y eso es así porque lo que prima y prevalece es el criterio puramente económico.

Mucho tiempo han tenido los políticos para hacer las oportunas modificaciones legislativas que impidieran que se llegara a lo ocurrido con nuestro Club Náutico Ibiza. La culpa no es de nuestra sociedad: es solo de los que la representan en los estamentos políticos y de un trabajo mal hecho donde y cuando tocaba.