La temporada turística ya está en marcha en Formentera. Todavía quedan algunos de los establecimientos más emblemáticos de la isla por abrir, pero lo irán haciendo a lo largo de este mes de mayo.

A diferencia de años anteriores, el optimismo sobre los resultados de la temporada es a día de hoy muy moderado. Conversando con empresarios turísticos de diversos sectores de la isla, detecto una expectación máxima y una incertidumbre poco habitual en estas fechas.
Más allá de las frías cifras, la realidad es que en pleno mes de agosto del pasado año, hubo habitaciones vacías y muchas viviendas turísticas sin alquilar. Obviamente, eso afecta a la oferta complementaria, que se resiente de la falta de turistas en el solomillo de la temporada.
La falta de personal, por la falta de vivienda, viene a agravar el problema, al ofrecer un servicio muy por debajo del precio premium que se cobra en la isla.

Casi todo el mundo tiene claro que, en muchos aspectos, Formentera como destino, está a un coste superlativo al alcance de pocos bolsillos, aunque algunos empresarios se empecinen en negarlo. Y ese es el primer escollo para la llegada de turistas, especialmente en temporada alta.
No hay más que echar mano del Barómetro Turístico de Formentera, para tener una idea clara de la percepción del visitante de nuestra isla. Y cada año se repite como un mantra: precios desorbitados y saturación.

La imagen de calma y tranquilidad, que se vende en las ferias, choca frontalmente con la sensación de congestión que manifiestan los visitantes.
El territorio virgen, del que se presume, choca frontalmente con el hecho de tener que prohibir o limitar cada año el acceso a más lugares emblemáticos.
Que las ramas no nos impiden ver el bosque y buena temporada a todos.