«La modestia es para los hipócritas y la humildad para los incompetentes», clamaba el dandy Oscar Wilde, que hoy hubiera vuelto a ser encarcelado por los mamones de la estúpida corrección, ya no amatoria, sino política Y en la entrega de los premios de la Academia de Gastronomía de Ibiza y Formentera, en la Escuela de Hostelería, descubrí a dos brujas blancas y fastuosas (así llamaba Néstor Luján a sus admiradas cocineras ibicencas) que aceptaban sus galardones con justo orgullo de leonas doradas.

Alba Pau, premio a toda una vida, no pudo resistirse a soltarnos un speech cargado de emoción, pero dejando bien claro que consideraba de justicia su reconocimiento a toda una vida al frente de Can Pau. Ya con la barra abierta, vino telúrico de Can Rich, Catalina Riera, espléndida cocinera y mujer de ese tótem pitiuso que es Juanito de Ca n´Alfredo (zapatos rojos que ni el Papa Benedicto), premio emblemático de cocina tradicional, cargaba contra los modernos emuladores de la cocina ibicenca que no se ajustan a la tradición. «Que la llamen de otra manera», decía con puro razonamiento. Al fin y al cabo ser original es volver al origen. ¡Bravísimas!

También se premió el buen hacer del emblemático Can Pujol, la revolución portmanyí de Es Gerret, el chiringuito Ses Boques, Rafa Zafra de Jondal (me confesó el estilo chino en su rotja frita), IGP olie, las tapas de can Tunet y al nuevo Michelín Sidoravicius.

El presidente de la RAG, Luis Suarez de Lezo, defendía la diversa cocina española como la mejor del mundo, ardor heredado de su antepasado Blas de Lezo. Se mostró entusiasmado de la influencia internacional pitiusa y dijo con llaneza: La buena gastronomía otorga felicidad. Y con gran felicidad dimos cuenta de un bullit de peix en S´Espartar.