De todos, o de muchos, es sabido el grave problema que representa la vivienda en Eivissa. Este periódico presentó recientemente un reportaje cuyo título lo dice casi todo: «500 euros por una habitación». Con este panorama a nadie le puede extrañar el aumento, cada vez mayor, del fenómeno squatter. Si bien cada vez es más habitual encontrar personas con trabajo que no pueden pagarse una vivienda digna en la isla y que optan por la okupación, aún es más común, al menos por ahora, que los okupas, conocidos por la justicia como usurpadores, formen parte de colectivos marginados, es decir, con problemas con las drogas, y, muchas veces, usuarios de Cáritas, al menos en Eivissa. Pero en la isla también surgen otros fenómenos, como el del edificio El Divino, recientemente desalojado por orden judicial, en el que se mezclaban ‘okupas’ puros, por así decirlo, con peculiares inquilinos que pagaron en su momento ventajosos alquileres a personas que se presentaron como supuestos apoderados de supuestos propietarios.

Pero nada como la situación que se vive en el Club Robinson. Por si la cosa no estaba suficientemente enredada en este lugar, donde legítimos propietarios de apartamentos no solo tienen que soportar el agravio que supone que su vecino viva ‘de gorra total’ sino que también tienen que aguantar la porquería que algunos de estos esparcen y los destrozos que causan, además del peligro que supone vivir rodeados de personas que, en algunas ocasiones, no son muy de fiar, ahora ha surgido el caso de que uno de estos usurpadores ha denunciado por coacciones a cuatro agentes de la Guardia Civil que, al parecer, están interesados en vivir en el lugar, una denuncia a la que, por cierto, también se ha sumado un empresario valenciano.

Pero por ahora, o al menos eso es lo que parece, en el mundo ‘okupa’ lo más habitual es el lumpen. Este año dos trágicas noticias relacionadas con este universo han llegado a las páginas de sucesos. Una es muy reciente. Se trata de la muerte violenta del sevillano Juan Carlos Bejarano García, de 34 años. En prisión está como supuesto autor de este crimen un compañero del fallecido, M.O.D. Ambos son viejos conocidos de la Policía y de la Guardia Civil y cuentan con antecedentes policiales por robo.

Difícil es olvidar, aunque muchos ya lo hayan hecho, el caso de la muerte de un ‘okupa’ a manos de otro en el exterior de una pequeña infravivienda en ses Feixes en la pasada Nochevieja. La causa fue una estúpida discusión motivada por el alcohol y las drogas. Quien acabó muerto, el eslovaco Vladimir Mano, agredió a la novia de Jan Kabat, el joven de la República Checa que desde entonces pena en prisión por la muerte de quien fuera su amigo, a quien clavó una navaja Swat americana.