España se adhirió a la OTAN en mayo de 1983 y tres años después, siendo Felipe González presidente del gobierno, se convocó un referéndum sobre la permanencia de nuestro país en la Organización del Tratado del Atlántico Norte. Y a pesar de que el slogan era "De entrada no", Felipe y su gobierno anunciaron que sí querían permanecer en dicha organización. Una decisión que no gustó nada la izquierda radical. Y llegamos al discurso de Felipe en el 28º Congreso del PSOE, que como secretario general planteó la catarsis en el partido, afirmando que "hay que ser socialistas antes que marxistas". Entonces, los mismos delegados que horas antes habían votado contra su propuesta, le aclamaron. Y no nos ido nada mal estar asociados con Occidente y con las grandes democracias mundiales.

Así que con un bagaje ético impresionante, el expresidente marcha a Caracas, a pesar de haber sido declarado persona «non grata», para intentar visitar y asesorar a varios líderes de la oposición, algunos en huelga de hambre. El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se enfada muchísimo con el político español, le niega cualquier tipo de actuación como hombre de leyes, de manera que dos días después de estancia en Caracas, Felipe vuela hacia Bogotá en un avión militar colombiano. El PSOE, en Madrid, ha criticado la actuación de Maduro, ¡faltaría más!

Y llego al tema que me preocupa: el futuro político de Eivissa. Ahora ha desaparecido el bipartidismo y han emergido unas plataformas alrededor de Podemos, cuyos líderes más destacados han estado colaborando de maneta estrecha con el dictador venezolano Nicolás Maduro. De modo que no puedo entender que mientras Felipe González se la juega en Caracas, resulta que los emergentes de aquí, acompañados por algunos políticos trasnochados y comunistas de la vieja escuela, ya están a punto de tocar poder.

Yo no sé si el nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha hablado con Felipe González sobre los problemas que se ciernen sobre varias comunidades autónomas, entre ellas nuestras Baleares, y parece ser que no. La cosa va en serio, y me apunto a la que ha dicho Xavier Trias, alcalde en funciones de Barcelona: avisa que Ada Colau, de Barcelona en Comú, una versión catalana, como Guanyem, de Podemos, «volverán a mandar los mismos con otros nombres».