La mínima capacidad para cobrar impuestos que poseen el Govern y los Consells hace que estas administraciones dependan en buena parte del dinero que el Gobierno les transfiere. Es por esta razón que pedir la llegada de más financiación por parte del Estado suele ser la primera, y más importante, de las reclamaciones de todos los nuevos gobiernos insulares y autonómicos una vez llegan al poder y se encuentran con que sus deseos son imposibles con el dinero que hay en la caja. Una cantinela que se repite año tras año y que, a mi entender, no tiene visos de solucionarse a corto plazo debido a que las finanzas en Madrid tampoco están para tirar cohetes.

Sin embargo, creo que la demanda que se hace desde el archipiélago balear y, con más fuerza si cabe, desde las Pitiüses, es absolutamente justa. Nuestras islas están a la cola en inversiones estatales, mientras que el Estado cobra cientos de millones en tasas gracias a la ingente cantidad de barcos y aviones que atracan y aterrizan cada día en Eivissa. Nadie está en contra de la solidaridad con los demás territorios del Estado, pero tampoco queremos passar per àsens.

Conscientes de que con el Gobierno actual poco pueden hacer, Armengol y sus consellers esperan que a finales de año cambie el color del Gobierno para hacerles entender que Balears necesita un gran empujón en forma de inversiones estatales. Antes, pero, la presidenta balear deberá hacerse valer ante Mariano Rajoy para que en los presupuestos del año que viene no se olvide de nuestras islas. No lo tendrá fácil.