Estamos a las puertas del mes de septiembre. En ese mes comienza el curso académico en los colegios de institutos académicos de nuestras islas de Ibiza y Formentera. Los profesores acuden, pues, a los colegios e institutos, comienzan a organizar la vida escolar y días después, acuden ya los alumnos a las clases. Para algunos alumnos, los más pequeños, será la primera vez que van a clase, después de haber estado unos años en guarderías infantiles o en casa; para otros, la vuelta al colegio es algo que ya llevan haciendo varios años. Y es bueno que todos, padres, profesores y alumnos tengan claro que el inicio del curso es algo importante porque el curso escolar es algo que puede y debe ser bueno para todos por la aportación de conocimientos, prácticas y actividades para el crecimiento humano y científico.
Un colegio, un centro escolar, es una institución importante. En nuestras islas pitiusas tenemos colegios públicos, colegios concertados y colegios privados; los padres, acogiendo la responsabilidad y el derecho que tienen optan por un centro para sus hijos. Bueno es que haya diversos tipos de centros y mal hacen quienes los impiden o dificultan.
Los centros educativos, en sus distintos niveles, contribuyen de manera significativa al proceso del progreso y crecimiento de los niños y jóvenes. Son depositarios de la confianza de los padres y de la sociedad en la tarea de comunicarles los valores de la cultura, desarrollando de modo progresivo las capacidades físicas, intelectuales y morales de los alumnos. En este proceso educativo también hay que tener presente que los padres tienen derecho a pedir y obtener que en la formación haya la enseñanza de la religión. Mal funciona un colegio si la enseñanza al desarrollo personal de sus alumnos se ve muy limitada y condicionada por otras influencias, como podría ser de manera especial en lo que se refiere a la educación moral y religiosa.
Así pues, el inicio del curso sea un buscar todos -padres, profesores y alumnos- los mejores medios y métodos para el auténtico progreso y crecimiento coherente de los niños y jóvenes. A este respecto en la última Encíclica del papa Francisco hay consejos suyos que acogiéndolos son una aportación a hacer, un año más, que el curso académico sea algo bueno y favorable para todos.
Asimismo, su discurso en Ecuador el pasado día 8 de julio al mundo de la escuela y de la Universidad nos presenta unos bellos interrogantes porque como dice él: «nuestros centros educativos son un semillero, una posibilidad, tierra fértil que debemos cuidar, estimular y proteger».
A los profesores en esa ocasión, el Papa les dice: «¿Velan por sus alumnos, ayudándolos a desarrollar un espíritu crítico, un espíritu libre, capaz de cuidar el mundo de hoy? ¿Un espíritu que sea capaz de buscar nuevas respuestas a los múltiples desafíos que la sociedad hoy plantea a la humanidad? ¿Son capaces de estimularlos a no desentenderse de la realidad que los circunda? No desentenderse de lo que pasa alrededor. ¿Son capaces de estimularlos a eso?» «Hay una reflexión que nos involucra a todos, a las familias, a los centros educativos, a los docentes: cómo ayudamos a nuestros jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor estatus, dinero, prestigio social. No son sinónimos. Cómo ayudamos a identificar esta preparación como signo de mayor responsabilidad frente a los problemas de hoy en día, frente al cuidado del más pobre, frente al cuidado del ambiente».
Un centro educativo es algo básico, pues tiene un papel fundamental, esencial en la construcción de la ciudadanía y de la cultura. En su actividad no basta con realizar análisis, descripciones de la realidad; es necesario generar los ámbitos, espacios de verdadera búsqueda, debates que generen alternativas a las problemática existentes.
Que el inicio del año académico sea, pues, un ver bien la responsabilidad que cada uno tiene, acoja esa responsabilidad y de ese modo se fomente y promueva el auténtico y buen avance en nuestra tierra de los alumnos. Que eso les ayude a progresar viendo lo que necesita la tierra, y sobre todo, lo que necesitan los demás seres humanos, que son nuestros hermanos.