Cuando en el colegio alguien rompía un cristal con una pelota de fútbol todos decíamos lo mismo. «Yo no he sido». Aquí utilizan la misma frase con el tema del puerto. Nadie tiene la culpa del desastre de las inundaciones y de que por ello comerciantes y restauradores hayan perdido 400.000 euros con la nefasta gestión de las aguas pluviales. Llueve en Eivissa y se inunda el puerto. No hace falta hacer apuestas. Las instalaciones portuarias no soportan una tormenta de verano, de las que habitualmente se producen entre finales de agosto y principios de septiembre año tras año, con mayor o menor virulencia. La Autoritat Portuària dice que tapó los aliviaderos porque estaba pendiente de una instalación que tenía que construir el Ayuntamiento de Vila. El consistorio vilero, que no hizo los deberes en su día, pide ahora a la Autoritat Portuària que reabra los aliviaderos mientras y los haga más grandes. Pero para resolver el problema final hace falta la obra de sa Coma, que como todo el mundo sabe, no tiene el visto bueno de algunos de los partidos que gobiernan en el Consell. Mientras los políticos se equivocan cada vez que toman una decisión, y los técnicos se hartan de escuchar a los políticos, los comerciantes y restauradores tiemblan cada vez que llueve con tanta fuerza. Ellos son los que, al final, pagan las consecuencias de una mala gestión. Y, por supuesto, la culpa es del Ministerio de Fomento, que como están en Madrid, que soporten las críticas de todos los afectados. Porque aquí se debate durante semanas y semanas si hay que hacer un edificio o un parking en es Martell pero olvidamos lo más elemental: evitar que la lluvia no inunde los locales que conviven en el puerto. Estas cosas simples que los que gestionan el dinero público son incapaces de ver.