El juicio del ‘caso Nóos’ se nos ha vendido como el ejemplo de que la Justicia es igual para todo el mundo. Lo dijo el Rey emérito y el lunes pasado su hija Cristina y su yerno Iñaki Urdangarín se sentaron en el banquillo de los acusados. Pintaba bien la escena para creernos lo de que la Justicia es igual para todos, pero escuché al representante de la Fiscalía defender a la infanta Cristina y volví a tener mis dudas sobre la igualdad judicial. Ya me gustaría a mí tener a un fiscal que, si me viese en la tesitura de estar en un banquillo de los acusados, me defendiese de esta manera. No hay precedentes. O si hay, no se conocen. No seamos ingenuos. La Justicia no es igual para todos. En 2008 estuve presente en los juzgados de Palma en el pase a disposición judicial de los primeros detenidos por el caso Palma Arena. Muchos de ellos siguen imputados ocho años después y no tienen noticias del desarrollo de esta pieza. Uno de ellos, que pasó tres días en los calabozos (el máximo legal), volvió a declarar hace unas semanas y la Fiscalía ha pedido que sea desimputado. Ocho años de imputación que los habrá vivido de forma dramática en su núcleo familiar. Ahora piden que sea apartado de la causa. Curioso. Me creeré lo de que la Justicia es igual para todos si alguien de la familia de Jordi Pujol hubiese pisado unos calabozos o si hubiera medidas cautelares para alguno del clan. No ha sido así. Me creería lo de la Justicia para todos igual si algunas causas -la de los trenes comprados por el Govern de Antich- no se hubiese liquidado en apenas tres meses por una inversión pública de más de 70 millones de euros. Casualmente, uno de los imputados es el yerno de uno de los jueces de la Audiencia, hoy diputado de Podemos. Cosas que llaman la atención, simplemente, pero intentaremos creer en la Justicia.