Todos los ciudadanos tienen que pagar puntualmente la declaración de la Renta, el Impuesto de Bienes Inmuebles, el de circulación, debe pasar la ITV de su vehículo o tener al día su carnet de conducir. Los empresarios deben tener al día todos los papeles de sus trabajadores, y los distintos permisos para abrir sus negocios. El que no cumple recibe una multa o, simplemente, no puede abrir el negocio. Sin embargo, la administración va a otro ritmo y los ciudadanos se indignan en silencio, sin pedir responsabilidades a los culpables de que los problemas se eternicen. Aquí tenemos muchos ejemplos. Las desaladoras, por ejemplo. Está confirmado que este no será el último año de los problemas de agua porque la intersección que une las distintas desaladoras no estará terminada hasta que acabe 2016. O hablemos de los taxis piratas. El Govern prometió una nueva normativa para evitar el caos de años anteriores. Nada se sabe de esta nueva legislación y en verano, que está a la vuelta de la esquina, se repetirán los mismos problemas para el sector del taxi. Y también podemos hablar de los lodos de las depuradoras. Increíblemente aún no hay en Eivissa un lugar para depositarlos y el Consell anuncia que la planta de tratamiento de lodos empezará a hacerse a final de año. No hace falta recordar el problema de la vivienda en Eivissa, sobre todo en el mercado de alquiler. Prometieron medidas, pero nada. Si al menos hubiese viviendas públicas quizás parte del problema se solucionaría, pero parece que la nueva oficina del Ibavi tampoco está para estas cosas. De hecho, que nadie vaya un minuto antes del cierre porque ya no te atienden. Es lamentable. Decían que en esta legislatura cambiarían muchas cosas, que se renovaría la administración, que habría mucha transparencia, pero todo parece seguir el mismo ritmo, un ritmo lento, desesperante, con problemas que se eternizan. Pero tranquilos, en junio habrá elecciones y todo volverá a solucionarse, al menos en campaña electoral.