La noticia es que el Ayuntamiento de Eivissa ha decidido desalojar 20 casas de sa Penya, operación que tendrá lugar el mes de abril, en donde viven de manera irregular unas 60 personas, incluyendo unos 20 menores de edad. Hablamos, pues, de okupas, que habían recibido indemnizaciones, pero no desalojaron las infraviviendas. Cabe esperar que el Ayuntamiento tome las medidas necesarias para que dichas “casas” no puedan volver a ser habitadas, y opino que se deberían demoler totalmente ya que si no estaremos ante un nuevo “conte de l’enfadós”, el cuento que nunca se acaba.

Naturalmente, el otro gran problema de sa Penya es el tráfico de sustancias estupefacientes y la recepción de objetos robados, y lo pragmático sería abordar una solución final, en la que deberían intervenir de manera decidida los Cuerpos de Seguridad de Estado. Me consta que las autoridades saben quién es quién en sa Penya, pero todo indica que cuesta demasiado tomar la decisión de terminar el tráfico de drogas en el antiguo barrio marinero de Eivissa. A ver si el nuevo alcalde, Rafa Ruiz, se decide y pasa a la historia como el político que limpió sa Penya.

Más cruceros

Los comerciantes del puerto de Eivissa y de la Marina están esperando la llegada de cruceros para dinamizar la zona y piden la desestacionalización para poder abrir puertas buena parte del año. Es muy justo lo que demandan, pero la verdad es que es muy difícil para las navieras incluir Eivissa como escala, teniendo en cuenta que la isla está prácticamente “cerrada” durante demasiados meses del año. Repito que la petición es muy justa, pero antes deberíamos tener grupos del Imserso y de turismo senior europeo garantizados. Por muy bella que sea nuestra isla, la verdad es que Barcelona y Palma ofrecen más atractivos para los cruceristas. Hay que poner los pies en el suelo.

Paradas de bus

Les voy a hablar muy poco del Cetis, puesto que de ello ya se encargan el presidente del Consell Insular y el alcalde de Eivissa, los juzgados, el movimiento ciudadano Epic y las empresas Sagalés, la de Autobuses San Antonio y la de Voramar el Gaucho. De todos modos, si voy a recordar que mi opinión sobre la citada estación es la siguiente: el Cetis, no hace falta para nada.

En cambio, si voy a reclamar una vez más, como usuario que soy del bus, que se deben instalar marquesinas en la Avda. España, una a la altura de Delta Discos, otra en la cercanía del semáforo de Figueretes, también cerca del bar Oasis y en el puerto, ya que en dirección Vila solamente hay un desangelado poste. La verdad es que he pedido en muchas ocasiones a consellers del PP y del PSOE que mejoren las paradas de la capital insular (bus stop) para dar mejor servicio a los ibicencos todos y a los centenares de miles de turistas que nos visitan. Imagino que no me han hecho caso porque nunca han subido a un bus, no saben nada de trasporte público y están obsesionados en abrir el Cetis. Pero resulta que el juzgado ha dado largas a dicha apertura. Solucionen, pues, el problema de la falta de marquesinas y de paradas. Y es que, en caso de que algún día abra el Cetis, las buenas paradas seguirán siendo necesarias. Como en cualquier ciudad del mundo.