El Papa Francisco durante la misa del 29 de mayo, en la plaza de San Pedro, con ocasión del Jubileo de los diáconos, dijo estas palabras: El Señor ha sido el primero en decir y practicar que no ha venido para ser servido , sino a servir ( Mc.10-45). El discípulo de Jesús no puede caminar por una vía diferente a la del Maestro. Si evangelizar es misión asignada a cada cristiano en el bautismo, servir es el estilo mediante el cual se vive la misión. La vida cristiana es vida de servicio. Todos estamos invitados a vivir la disponibilidad. Los gobernantes y todas las personas constituidas en autoridad, están, no para favorecer intereses particulares, o de partido, sino para servir a toda la comunidad, y si hubiera algunas prioridades que sean para los más débiles.

El que sirve, dice el Papa, está abierto a la empresa, a las sorpresas cotidianas de Dios. El siervo sabe abrir las puertas de su tiempo y de sus espacios a los que están cerca y también a los que llaman fuera de horario, a costa de interrumpir algo que le gusta o el descanso que se merece. A mi me parte el corazón- sigue diciendo el Papa- cuando veo un horario en las parroquias: “ de tal a tal hora”. Y después , la puerta está cerrada, no está el sacerdote, no está el laico que recibe a la gente. Esto hace mal. Ir más allá de los horarios: hay que tener la valentía de rebasar los horarios. Pienso que lo que expone el Papa no es nada fácil, pero no es imposible.