Un absurdo de proporciones tan hercúleas como que acuerden investir a un presidente el PSOE, Podemos y Ciudadanos debería llevarnos a la carcajada. De hecho, la tontería fue intentada por Pedro Sánchez el pasado invierno y acabó como lo hicieron a fines del siglo XVIII los dimes y diretes entre dos hermandades madrileñas que entre sí estaban de todo menos hermanadas y que desfilaron el rosario en la aurora acabando a hostias no consagradas en famosa ocasión. Por cierto que en la cultura independentista catalana se ha sustituido el origen español del refrán por uno propio, cuya estirpe arrancaría del XIX a raíz de una procesión atacada por elementos anticlericales que acabó como es de suponer. En cualquier caso el resultado es el mismo, lo que nos lleva a entender qué fácil es acomodar a veces los deseos separatistas por un lado y mesetarios por otro. Recuérdese a efectos de investidura. A pesar de ser un imposible, tal y como está el corral político actual quién es el valiente que apuesta por que la confluencia entre ultraizquierda, derecha y depende no se concrete. La situación a partir del próximo lunes pinta que será infernal. Con el reloj dando las horas a velocidad de espanto, Sánchez necesitará para sobrevivir ser presidente, y pronto. Es verdad que sus dos colegas de oficio si algo no desean es satisfacerlo. Pero ¿qué alternativa tienen si no? Porque si Ciudadanos y Podemos tienen que volver a urnas saben que les va a costar caro. El sueño neocomunista se diluye a cada semana que pasa. El derechista de sustitución del PP ya está diluido. Lo que les queda a ambos es aguantar cómo sea para asegurarse el respectivo chiringuito. En estas circunstancias lo peor que les puede caer encima son las urnas. Todo lo demás podría ser superable. O no, pero habría que verlo. Los comicios, sin embargo, no quieren verlos ni en pintura. Saben de sobra y de cierto qué supondría para ellos. Que no se dé nada por hecho, por tanto, que todavía hay mucha tela por cortar. Tanta que es suficiente para que por esas cosas del destino juguetón se acabe por alumbrar el trío.