Debo reconocer que el presidente Sánchez los tiene bien puestos, le importa una higa todo mientras él siga bajo palio. El pasado miércoles defendió su indefendible alianza con radicales de todo tipo porque ello le ha permitido hacer una moción de censura a los corruptos peperos y encabezar él (el doctor Sánchez) un proyecto, ¡asómbrense ustedes!, de regeneración moral. ¡Hay que joderse!, que diría mi maestro Camilo José Cela. Ahora la moda consiste en que pese a ser usted, estimado lector, y yo testigos de la realidad, del día a día, viene uno de los muchos chichinabos o chamarileros de hemiciclo o charlatanes de la política y nos asegura que lo que vemos con nuestros ojitos es mentira. Vamos, que vivimos en el mundo de las postverdades y de la nadería absoluta. Qué una ministra se levanta inspirada, pues ese día nos suelta que quiere prohibir la caza; otro día, la pesca; al siguiente, los toros; al siguiente, la bollería industrial; o nos recomienda el patinete o que tengamos treinta cubos de basura en nuestra casa de 30 m² para ir reciclando cada partícula química de lo que consumismos, pese a pagar un carísimo impuesto de basuras. O sea, te hacen comulgar con ruedas de molino y te tienes que tragar la rueda entera de sopetón y sin agua. Nos dice Sánchez que está desarrollando un «proyecto de regeneración moral», a ver si ahora nos va a hacer una nueva tesis doctoral sobre tamaño asunto. Pero ¿qué proyecto? Si tienes al 90% de tu gabinete ministerial con chanchullos tributarios o con chanchullos de alcantarillas policiales. Vamos, que no sé si te queda ministra que puedas presentar como ejemplo de regeneración, ni siquiera de generación porque el país no mejora un ápice; empeora y exponencialmente. Regenérate tú, presidente.