Si el maltrato animal es un delito, ¿por qué los toros deben ser una excepción?». La frase en cuestión la ha pronunciado, nada más y nada menos, que Vicenç Vidal, ex conseller de Medi Ambient del Govern balear la pasada legislatura y responsable político de la matanza de las cabras de es Vedrá, desde el mar y a tiros, uno de los episodios más vergonzosos que se recuerdan de los últimos años. La coherencia no es el mejor valor político de Vidal porque está bien que se preocupe por los toros, por el sufrimiento en la plaza, por la fiesta nacional que él detesta, y porque la sociedad ha evolucionado, sin duda, y eso es positivo. Pero Vidal, que defendió a ultranza la matanza de cabras, con el inestimable apoyo desde Ibiza de Miquel Vericad, debería explicarnos los motivos por los cuales los toros sufren y las cabras no. O si los toros tienen derecho a la vida y las cabras pueden ser tiroteadas y en algunos casos dejadas malheridas sobre las rocas de es Vedrá. Porque recuerdo perfectamente que todos aquellos que defendieron que aquel episodio de es Vedrá fue vergonzoso, que efectivamente había que retirar las cabras del islote pero con otros métodos, sin tiros, fuimos considerados unos paletos, unos insensibles antiecologistas, porque no teníamos en cuenta que estaba en peligro la flora endémica. Por mucho que se defendía que lo que había que hacer era buscar una solución y evitar la matanza, no la retirada de las cabras de es Vedrá, el discurso de los supuestos «sabios», con manipulaciones de fotografías incluidas, no cambió ni un ápice. La matanza de cabras era la única solución, una acción que ha defendido también el actual conseller y sustituto de Vidal. Nos toman por tontos y se creen que no tenemos memoria. Por eso no hay mejor noticia que se haya marchado al Senado. Y que siga ahí por muchos años.